Arrancar lazos amarillos, nueva actividad de ocio popular en calles y plazas catalanas
¿Qué significará para este ‘buen hombre’ quitar los lazos amarillos? ¿Quitándolos hace desaparecer el afán de independencia de más de dos millones de catalanes? ¿Quitándolos niega que hay presos políticos, y si los niega no existen? O será que le han dicho que quitar lazos es bueno para sus niveles de testosterona. O será que en verdad tiene la testosterona demasiado súbida y he allí la causa de tanta agresividad.
Este personaje no es una anécdota en una Catalunya violentada por las acciones y la presión del Estado español. Este personaje comienza a ser común en todos los pueblos y ciudades, y es que la movilización del pueblo catalán es tan coordinada, solvente y solidaria que no hay día en que no se realice una acción reivindicativa. Desde hace 6 largos meses no hay día en el que se pueda olvidar a los que están en «prisión preventiva» por el ejercicio de su libre albedrío y la defensa de sus ideas y de sus ideales.
Este personaje puede ser hombre o mujer, asume todas las formas e incluso llega a convertirse en infante, pues en las escuelas no faltan aquellos que apenas levantan un metro y medio del suelo y le dicen a sus compañeros que cantar «llibertat presos polítics» es feo, y que no griten que «els carrers seràn sempre nostres» mientras juegan en el patio, o que cantar «viva Puigdemont» -haciendo una mal traducción de la canción infantil alemana- es una cosa que no deben hacer porque Puigdemont es malo; o que el catalán es feo porque él o ella, no lo habla en casa.
Este personaje y todas las formas que asume -aunque es una persona muy libre de tener sus propias ideas y deseos- debemos de tener muy en cuenta, que no tiene ningún derecho de afectar la manera de actuar de nadie y no tiene derecho de instalarse en el cerebro de nadie para manipular, hasta desatar la violencia de aquellos a los que nombra despectivamente como «la revolución de las sonrisas». Por eso lo que haga este personaje no necesita público ni reclamos ninguno. Mantener el nivel y la compostura es clave para desarmar al enemigo.
Este personaje sabe que Catalunya, su historia y su razón van ganando, y eso le escuece, tanto, que es capaz de -envalentonado por la testosterona mal utilizada- salir a la calle con toda la violencia que guarda en sus intestinos y cargarse los símbolos de una lucha pacífica. ¿Tiene derecho a hacerlo? No. ¿Va a cambiar algo arrancando lazos? No. Sólo su calenturiento cerebro puede creer que acometiendo contra lazos o carteles lucha por la unidad de España. Por eso: ni caso.
La unidad de España es una batalla que ya perdieron. Nadie puede unir con odio, ni con abuso lo que no ha sabido mantener unido con respeto, con tolerancia, con cariño. Será que España no sabe lo que es el Kintsugi, el arte japonés que resana las grietas o roturas de los objetos con un adhesivo fuerte que luego cubren con polvo de oro. Para los japoneses, cuando algo sufre un daño, tiene una historia y repararlo se vuelve más hermoso. España desde hace muchos años ve la grieta y lo único que ha hecho es golpearla, darle con un mazo hasta reventarla, porque no sabe hablar, no sabe seducir. A España no la rompe Catalunya, a España la rompe España. Y olé.