Si estás embarazada, no busques trabajo

La empresa Pickadeli entabla relación laboral con una mujer, pero cuando ella comunica que está embaraza le dicen que prescindirán de sus servicios

«Al entrar, lo primero que llama la atención es el olor a vainilla en el aire. El ambiente iluminado con luz natural y decorado con plantas y madera […] Al acercarte a la barra para hacer un pedido, un amable colaborador te saluda y recomienda opciones en caso sea la primera vez que se visita Pickadeli, el primer ‘fast food’ peruano de comida saludable».

Así presentaba el diario El Comercio a este establecimiento abierto en Perú, en un artículo publicado en enero de 2017. Ahora -un año después- podría escribir otra nota, pero, esta vez, la publicidad no sería tan favorable. Este lunes 2 de julio, Pickadeli ha rechazado los servicios de una nueva trabajadora, no sólo porque está embarazada, sino porque al parir, el trabajo dejaría de ser su prioridad y su «compromiso no sería al 100% con la empresa».

El miércoles 27 de junio, la empresa citó a la ‘candidata’ para una entrevista.

La entrevista fue tan bien que ese mismo día le comunicaron por whatsapp que comenzaba a trabajar con ellos a partir del lunes 2 de julio.

Luego de haber sido aceptada, tuvo una molestia abdominal, fue al médico, y tras un examen le comunican que está embarazada de 24 semanas (véase la fecha del examen al pie de página).

El lunes 2 de julio, el primer día de trabajo, ella acude a la empresa y -a pesar del temor a ser rechazada- comunica su estado y para no perder el puesto les dice que como sabe que los 3 primeros meses no estará en plantilla, no exigirá nada y que sólo tomará 15 días de descanso postparto.

Veinticuatro horas después, sus temores se confirman recibe un whatsapp del gerente de operaciones de Pickadeli en que le dicen, que luego de reunirse con el área de recursos humanos han decidido no contar con sus servicios.

«Hemos estado viendo tu situación y creemos que no vamos a poder contar contigo por el momento! Somos una empresa chica y en crecimiento y necesitamos gente que pueda estar 100% comprometida. No queremos, más adelante, demandarte tiempo que debería estar enfocado en tu hijito».

O sea, para que se entienda, la empresa no sólo no la contrata por estar embarazada, sino que, además, no la contrata porque ya se sabe que al parir, gozará de una baja laboral para cuidar del bebé, y cuando convertida en madre se reincorporé, algún día podría llegar tarde porque no tendría con quien dejar al bebé, otro faltaría porque la criatura está enferma y otro porque había que llevarlo a vacunar y así sucesivamente.

Y es que todas esas faltas, en caso que se dieran, estarían dentro de lo normal y están respaldadas por la ley que ampara su derecho a la maternidad y le garantiza que no puede ser despedida durante el embarazo, ni durante los 90 días posteriores al nacimiento de la criatura, si el empleador no acredita una causa justa para el despido. Esta última frase la vamos a dejar en remojo, porque su amplitud, juega en contra de las madres trabajadoras, pero este ya sería tema de otro blog.

Para Pickadeli esta ley de protección a la madre trabajadora sería papel mojado, pues ellos necesitan «gente que pueda estar 100% comprometida», o sea 24/7, o sea ¿esclavo? Salvando las distancias, esta exigencia de disponibilidad absoluta me hace recordar a aquellos jóvenes que murieron calcinados en la galería comercial Nicolini, porque sus empleadores los dejaban encerrados con candado durante una jornada laboral de más de 10 horas.

Antes de acabar este blog, he enviado un mensaje a la Pickadeli para conocer su versión de los hechos, aún no he recibido ninguna respuesta, sin embargo, ellos este mismo martes se han comunicado con la mujer víctima de este abuso laboral y le han prometido rectificar. Veremos que pasa en las próximas horas.

Momento de reflexión

Lamentablemente, casos como este nos recuerdan que en nuestro país, los derechos laborales existen, pero las empresas no siempre los cumplen, y las mujeres sufrimos esta ‘laxitud’ doblemente. No sólo cobramos menos, sino que, además, nuestra condición de posibles gestantes nos hace sospechosas a la hora de contratarnos.

Siempre podemos quedar embarazadas y eso supone un problema para los empleadores que quieren gente «comprometida con la empresa al 100%».

Situaciones como esta nos recuerda el sistema patriarcal que avala el machismo de nuestro país, pues los prejuicios de los contratantes siguen poniendo sobre la mujer toda la responsabilidad del cuidado de los hijos. Por eso es necesario un cambio en las políticas educativas, laborales y sociales, y esto pasará cuando en nuestro país el #EnfoqueDeGénero sea una prioridad en todos los ámbitos y eso sólo depende de que el gobierno asuma esto como una de sus prioridades.

Otra reflexión importante, es que todo esto ocurre en Perú, un país que no tiene garantizados todos los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, como por ejemplo el derecho al aborto legal. En pleno siglo XXI una mujer peruana no puede decidir si continuar o interrumpir un embarazo según sus circunstancias, porque de hacerlo y ser atrapada podría incluso ir a prisión.

Por otro lado, en nuestro país, el sistema de salud tampoco garantiza que las mujeres de todo el territorio puedan acceder a métodos de planificación familiar. Y la cereza de este putrefacto pastel la pone la religión católica que no permite el uso de métodos anticonceptivos a una población donde el 80% profesa esta confesión. Todos estos factores configuran un panorama muy complicado si eres mujer y naces en un país que no garantice todos nuestros derechos y libertades.

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