El abuso sexual infantil es una de las lacras a las que nos enfrentamos como sociedad. Según Unicef, 120 millones de niñas de todo el mundo, han sufrido algún tipo de violencia sexual, los niños también la sufren pero en menor medida.
«Desde que tenía 5 años, la expareja de mi abuela me tocaba ‘mis partes’ y me hacía que le besará los genitales. Yo no sabía que eso era malo, era pequeña y ese señor era una persona de confianza. Ahora tengo 26 años, me autolesiona, sufro dolores en todo el cuerpo, migrañas, posible Trastorno Límite de la Personalidad y a pesar de estar medicada tengo pensamientos suicidas».
No dire su nombre, no es necesario y ella no quiere ser expuesta, vive demasiado atormentada con el pasado y atrapada por el presente. Sin embargo, no quiere seguir callando, no puede, porque el silencio de más de 20 años la está carcomiendo por dentro, al punto que en la actualidad debe llevar tratamiento psiquiátrico.
«Cuando tenía entre 5 y 6 años ese hombre abusó de mí constantemente. Me tocaba la vulva, me manoseaba, me hacía besarle los genitales; yo pensaba que eso era normal, nunca nadie me dijo que eso era malo. Cuando terminaba, él me daba dinero o golosinas. Él se lo pasó bien y a mí me destrozó la vida». Dijo la joven a teleoLeo.com.
Guillermo Villalobos es el nombre del abusador, ella no sabe dónde puede estar ahora, no sabe si sigue vivo o está muerto, no sabe si es el abusador de otras niñas, no sabe nada de su vida actual, lo único que sabe es que es el hombre que abusó de su autoridad y de su ascendencia para vulnerarla y satisfacerse cual bestia hambrienta.

«Mi madre alguna vez vio algo, me preguntó qué pasaba, yo le dije —nada. No estoy segura de lo que vio, creo que ella tampoco porque él le daba la espalda. Aún ahora me pregunto por qué no le dije lo que ese tipo me hacía». Pero esto es normal, sobre todo con menores a los que no se les ha dicho que nadie los debe tocar, además, los niños abusados se sienten culpables de no haberse mantenido a salvo.
«Cuando fuí creciendo me comencé a sentir mal con lo que ese hombre me hacía y fui intentando no quedarme a solas con él cuando iba a ver a mi abuela, pero nuestro departamento es pequeño y eso era complicado». Un día, Guillermo Villalobos dejó de frecuentar la casa de la joven y ella llegó a darse cuenta que lo que ese hombre le había hecho no era normal.
«Ese hombre, por mucho tiempo, dejó de ir a visitar a mi abuela, hasta que volvió, yo ya tenía entre 11 y 12, creo, y fue horrible». El regreso de Guillermo Villalobos detonó algo en la mente de la niña. «En un momento me quedé a solas con él, él me miraba, se tocaba la pierna y me sentí asqueada, no pude más y grité».
Y lo que la niña confesó, a pesar de la gravedad, no fue tomado muy en serio. «Este señor me quiere tocar —no, yo me estaba rascando la pierna, está mintiendo —dijo Villalobos, —él me quiere tocar, siempre me ha tocado —gritaba yo; pero no me creyeron, pensaron que me había confundido».
Luego de esta confesión a gritos, le pidieron a la niña que se tranquilizará y se fuera a su habitación. «No sé lo que pasó, no sé si lo echaron o le reclamaron, pero Guillermo Villalobos se fue y no volvió nunca más por casa. Luego de esto, mi familia no me preguntó nada, enterraron el tema y yo, ya no dije nada más».
Según la joven, en esa última visita sólo estaban en casa su abuela y su bisabuela y ella cree que no le dijeron nada a su madre. «No volví a hablar del tema con nadie, ni siquiera con mi madre porque pensé, que igual que mi abuela y mi bisabuela, no me haría caso. Pasó el tiempo y reprimí ese recuerdo, intenté sacarlo de mí».
Pero ella no sólo fue abusada por este hombre, su hermano mayor hizo lo mismo. «Mi hermano es 4 o 5 años mayor que yo , un día me vio tocándome y me dijo que si no me dejaba tocar, me delataría. «Para evitar que diga nada, lo dejé y estuvo haciéndolo durante un tiempo, ahora lo veo y pienso que era un niño igual que yo, aunque me hizo sentir muy mal».
Secuelas
Veinte años han pasado desde el abuso sufrido y callar y acallar el dolor emocional se ha convertido en imposible. «A los 16 años comencé a sufrir de migrañas tan intensas que me hacían vomitar y por cualquier situación conflictiva me golpeo la cabeza hasta sentir dolor, también me duele todo el cuerpo, mi médico dice que eso es por la escoliosis que tengo, pero yo creo que es algo más».
De todas las mujeres abusadas durante la infancia, a las cuales he entrevistado, el 99.9% sufre fibromialgia, dolor crónico y dolor articular. Según una investigación, sobre esta enfermedad, «la presencia de abuso sexual era de un 75% en las pacientes con fibromialgia, y había un aumento en la percepción de dolor, mayor fatiga e inhabilidad funcional en estas mujeres que en las pacientes con fibromialgia que no habían experimentado abuso sexual».
Ahora se autolesiona y dice que lo hace ante cualquier situación que no puede manejar. «Me araño, la última vez que lo hice fue más fuerte, no recuerdo cómo empecé y sólo reaccioné cuando me ví todo el brazo lastimado. Fui al psicólogo de mi trabajo y me llevó a Psiquiatría del Larco Herrera, allí me dieron tranquilizantes, me dijeron que necesito tratamiento y que todo lo que tengo es por el abuso sufrido».
Cada vez que tiene un problema, por mínimo que sea, también llora sin poder contenerse. «Aunque me repita a mí misma que no hay razón para llorar, no puedo evitar llorar ante cualquier situación de estrés por más mínima que sea y lloro de manera desconsolada, con un llanto de niña y comienzo a arañarme y a golpearme la cabeza, luego viene el dolor en todo el cuerpo y me quedo dormida».
Lamentablemente ella no tiene ayuda de los suyos, pues desde que contó que Guillermo Villalobos abusaba de ella y no le creyeron, decidió no contarles nada más. «Me han pasado muchas cosas fuertes, mi propio estado actual me lleva a tener pensamientos suicidas, pero creo que no gano nada contándoles porque si no me hicieron caso cuando era una niña que dependía de ellos, pues ahora menos».
Según los médicos a consecuencia del abuso sexual sufrido durante la infancia, ella podría tener Trastorno Límite de la Personalidad y además le han dicho que autolesionarse es una forma de castigarse por lo que le pasó, por no haber podido evitarlo, por no haber podido quejarse. Ahora debe de llevar un tratamiento, pero no se lo puede costear. Ahora no está bien y todo por culpa de Guillermo Villalobos, su abusador.
Las mujeres que han sufrido abuso sexual durante la infancia presentan síntomas de estrés postraumático crónico: miedo, problemas para dormir, pesadillas, confusión, sentimientos de culpa, vergüenza, rabia, asco, odio, desconfianza, indefensión, ira junto con la incapacidad de manejar estas emociones. Además desarrollan comportamientos auto-agresivos y autodestructivos llegando a autolesionarse.
«Explicar todo esto me cuesta mucho porque siempre he reprimido los recuerdos y lo que sentía». Y eso es cierto, en los audios que me envió se notaba su voz temblorosa, la agitación al recordar lo vivido, el miedo y rabia, también, de haber pasado por tanto. Ella sufre no sólo por el abuso del que fue víctima, también sufre por la indiferencia de la familia. Para un niño su familia es su refugio y si esta no lo protege, quién lo hará.
«Siento que no tengo futuro». Fue la frase con la que la joven acabó la entrevista y es muy doloroso que con sólo 26 años, con un mundo de cosas por hacer y descubrir, con miles de posibilidades que se van creando día a día a su alrededor ella sienta que no tiene futuro por culpa de un hombre que no supo contenerse, ni controlarse. Los niños son el bien supremo, son sujetos de derecho y de cuidados, no son objeto de satisfacción.