«A mí Zejo Cortez también me violó». Una segunda mujer acusa al «Poeta, dramaturgo, periodista y docente universitario peruano» -así es como se presenta Christian Cortez Abanto, conocido como Zejo Cortez- de haber abusado de ella sexualmente. A finales del mes de abril, a través de la página de Facebook Me Too Perú, otra mujer denunciaba a Cortez de emborracharla y violarla cuando ellas tenía 19 años de edad y él era su profesor.
Hasta el momento de la denuncia Zejo Cortez se encargaba de la conducción de ‘La Contra’, programa del diario La República. Veinticuatro horas después de la denuncia, este medio emitió un comunicado en la que decían: «[…] reiterando nuestra condena a la violencia contra la mujer hemos acordado el periodista dar por concluido el vínculo laboral, considerando necesario el esclarecimiento de los hechos».
Y es que al parecer dentro del diario, Cortez también había acosado a algunas de sus compañeras de labores, quienes a partir de la denuncia aparecida en Me Too Perú, también se han atrevido a hablar. TeleoLeo.com ha podido contactar con alguna de ellas, pero también con ex compañeras de estudios y, sobre todo, con la segunda mujer que acusa de violación sexual al periodista.
«Me has violado»
«Me dio a beber una copa de pisco que no me sentó bien, le pedí que me acompañe a mi casa y de camino a la parada de taxi, me engañó y me metió en un hotel, luego no recuerdo nada. Desperté en un cama desnuda, húmeda, me había violado, él estaba en el baño, también desnudo, y no veía mi ropa». El testimonio es de Fátima Foronda, activista, periodista y relacionista pública.
«El año pasado estábamos en el aniversario del diario La República en el bar Queirolo del centro de Lima, Zejo se pusó a servir los tragos y, a mí, sabiendo que no bebo, me sirvió una copa de pisco que me sentó fatal». Fátima afirma que comenzó a sentir claustrofobia y un calor insoportable, así que cuando alguien propuso ir a otro lugar, donde también podían bailar, aceptó para ver si así se sentía mejor.
«Fuímos a bailar a Casona, pero allí me vinieron escalofríos y le pedí a Zejo que me acompañe a mi casa porque era mi amigo». Según explica Foronda, al salir a la calle, no podía caminar bien. «Me cojí de su brazo para no caer y nos dirigimos a la parada de taxi —falta mucho, le pregunté, —donde está esa luz, me respondió. Gire a la izquierda, pase un puerta y ya no recuerdo nada más».
Lo siguiente que Fátima recuerda es encontrarse desnuda en una habitación de hotel. «Cuando desperté estaba sobre la cama, sin ropa y húmeda. Zejo estaba en el baño, también desnudo, no veía mi ropa y me di cuenta que me había violado; él salió del baño, se echó en la cama, a mi lado, —me has violado, me has violado —le grité y él no negó nada».
«…me vi tirada en esa habitación de hotel maloliente, me puse muy mal, no sabía cómo salir de allí. Yo no tomo alcohol porque tomo ansiolíticos y es muy probable que el pisco en combinación con mis pastillas hicieran un cocktail terrible, pero lo que siempre he pensado es que nada de eso justifica los 3 ataques de pánico que sufrí antes de salir de ese lugar».
Como pudo, Fátima recogió su ropa y se fue a casa llorando. «Lo primero que pensé es que si explicaba que Zejo Cortez me había violado, nadie me iba a creer, porque él es un personaje conocido, él se presentaba como el segundo de La República; hasta que me enteré que a otra chica le había pasado lo mismo». Fátima nunca lo denunció policialmente, pero ahora, según dijo a teleoLeo.com, lo está considerando.
Fátima sólo le explicó lo ocurrido a una amiga que conocía a Zejo y le había advertido que era mujeriego y acosador. «Luego de explicarle a una amiga, que trabajaba con él en el diario, hable con Zejo y me manipuló, me pidió que no lo denunciara, que tenía un hijo, que se había cuidado, que por favor lo perdone. Lo perdoné, pero le dije que no quería saber nada más de él».
Fátima y Zejo se conocieron porque ella es la creadora de la Fundación Pasito a Pasito que ayuda a niños con VIH y parálisis cerebral que viven en las zonas más pobres del Perú. La primera vez que se vieron él la citó en el bar Superba para entrevistarla por su labor, ella aceptó, «pensé que era muy bueno que uno de los diarios más importantes del país hablase sobre la fundación».
Cuando se encontraron, hablaron, él preguntó, pero no tomó notas, ella pensó que él era muy inteligente porque se llevaba la entrevista en la cabeza. Él la citó algunas veces más, luego hizo un evento para ayudar a los niños de Cantagallo y tejió una amistad. A ella le gustó él, porque, además de presentarse como poeta y hombre culto, se preocupaba por ayudar a los demás. «Ahora sé, que hizo todo eso para ganarme» —dice ella.
Fátima también acusa de Cortez de robar unas botas en un evento de la marca Dr Martens. «Se robó unas botas de 400 soles y acusó a otra persona, sin embargo las cámaras lo habían captado y tuvo que devolverlas, fue muy vergonzoso».
Ex novia y compañera de facultad acosada
Ella no quiere que su nombre sea público, su historia es de hace 10 años, cuando tenía 19 y estudiaba con Christian Cortez Comunicaciones en la Universidad San Martín de Porres. «Él se me acercó en la universidad y ya sabía todo de mí, ese es su ‘modus operandi’, te investiga, se entera de tus gustos y te dice que le atraen las mismas cosas que a ti y piensas que hay afinidad y entablas amistad».
Según ella, él era muy adulador, era su segundo enamorado y estaba muy ilusionada, hasta que comenzó a ver signos de manipulación. «En la universidad teníamos diferentes horarios, además, yo trabajaba y él no, y, a veces, cuando volvía a mi casa me lo encontraba hablando con mi madre o mi hermano, a mi madre la tenía cautivada. Yo le decía, —si vas a venir avísame, pero en el fondo, por mi edad, me sentía halagada de que estuviese pendiente de mí. Ahora sé que eso es acoso».
Luego llegaron los celos y la posesividad. «Comenzó a decirme que no me vista de tal manera, cuando lo conocí compartíamos una clase, al siguiente ciclo se había matriculado en todas las clases conmigo; me apartó de mis amigos, comencé a sentirme asfixiada y luego, cada vez que peleábamos, iba y le lloraba a mi mamá y me acusaba con ella, le decía si había faltado a clase, o cualquier cosa que mi mamá no sabía y mi mamá lo defendía, se dejó manipular por él».
Ellos estuvieron medio año como enamorados y a ella le costó casi un año y medio más que él la dejase de ‘buscar’. «Cuando estuve con él una ex enamorada suya, que estudiaba en la facultad, me dijo que estaba loco, que no era buen chico, pero no le hice caso, pensé estaba despechada. Hasta que comencé a ver cosas feas y le dije que quería terminar la relación», pero que ‘lo terminen’ no era algo que, al parecer, entrase en los planes de Cortez.
«Las veces que quise terminar con Christian, no importaba donde estuviésemos, en la universidad, en la calle o en un centro comercial, se tiraba al piso fingiendo un desmayo, yo le decía —oye qué te pasa, levántate, y él me decía —si quieres que me levante no termines conmigo. Y yo accedía para evitar la escena».
Cuando ella se cansó de la situación decidió cambiarse de horarios de estudios para no verlo. El ciclo acabó, uno nuevo comenzó y la manipulación volvió. «Al siguiente ciclo Christian volvió con el cabello rapado, me dijo que tenía un aneurisma, que estaba muy mal y que yo era una mala por haberlo dejado. Yo me sentí fatal; a veces se desmayaba delante mío, me decía que se sentía muy mal y me pedía que lo llevase a su casa. Y yo lo llevaba».
Luego ella descubrió que todo era mentira y fue el mismo padre de Christian quien se lo confirmó. «Comencé a pensar que talvez su ex enamorada me había dicho la verdad, la busqué, hablé con ella y me dijo que la enfermedad era una mentira, que le preguntará a sus padres, y eso hice, fui un día a su casa y le dije a su padre que le llevaba sus pastillas a Christian, su padre me dijo qué pastillas si mi hijo no está enfermo».
Ella, como es lógico, se enfadó mucho. «Le dije que se aleje de mí, pero cada vez que le pedía que no me busque, me buscaba más. «Me hacía la guardia a la salida del trabajo, se me aparecía en todos lados; un domingo que yo estaba en la playa, según me dijo mi madre, había estado parado en la esquina de mi casa desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde, yo ya no sabía qué hacer, sólo podía escapar para no cruzármelo».
«Cuando se puso más intenso, me perseguía cada vez que me encontraba en la calle, me jaloneaba, me tiraba del cabello, me agarraba fuerte la cabeza y me decía vas a volver conmigo, yo gritaba para que alguien me defienda, corría, me subía rápido a un taxi. Dejé de contestar llamadas de números desconocidos, desconectaba i teléfono y me llamaba al fijo de la casa de mis padres, no podía ni dormir de la ansiedad que me provocaba».
Un domingo estando…
«Un domingo estaba en el trabajo y la secretaria me dijo —’el loco’ está en la puerta, así que le pedí al vigilante que me dejase salir por la puerta trasera y aunque mi casa estaba a 10 cuadras me subí a un autobús, pero no sé cómo, dos cuadras después, Christian se subió, vino directo a mí, furioso, y me dijo bajito, —o sea que yo te espero por las huevas— y me comenzó a hincar la pierna con un lapicero y me decía —tú vas a volver conmigo—», explica la joven.
La actitud de Cortez provocó, según explica ella, que entrase en pánico y no pudiese parar de llorar, ni de temblar. «El cobrador se acercó y nos bajó a los dos porque pensó que estábamos peleando, yo no paraba de llorar, ni siquiera podía hablar, sólo le decía suéltame, suéltame. Él se asustó porque la gente se acercaba y llamó a hermano, mi hermano me recogió y le preguntó qué me había hecho, él se fue sin decir nada».
Amenazada
«Una vez, sin mi consentimiento, Christian me grabó mientras teníamos sexo y me lo dijo después, yo le pedí que borrase la cinta y me dijo que tranquila, que eso era para nosotros, y yo le creí». Pero cuando los hermanos de ella se enteraron que la acosaba y lo buscaron para reclamarle… «Christian me dijo que no me iba a molestar más, pero que mis hermanos lo dejasen en paz porque si no publicaría las fotos y el video que tenía».
Luego de eso ella dejó un año la universidad, cuando volvió un amigo común le explicó que Christian se había estado burlando de ella y cuando habían salido a tomar había mostrado el vídeo y las fotos con las que la amenazó. «A él le gusta tomar mucho y una vez que estaban tomando, mi amigo dice que hablaban de cómo conquistar a una chica y Christian dijo —yo me robó su celular y me entero de todo; y yo recordé que antes de que se me acercase en la universidad me habían robado mi celular».
Cuando volvió a la universidad se matriculó en horario de noche para no encontrárselo, sin embargo, tenía un curso por la mañana y a veces lo veía, ella dice que tenía la precaución de andar acompañada, pero que él la perseguía o se le ponía al frente y se reía de ella. «En el pasillo de la universidad cuando me veía sola me empujaba, me jalaba el pelo, cuando iba al baño sola me empujaba dentro y me intentaba besar a la fuerza o me cacheteaba».
Ella fue a hablar con el psicólogo de la universidad, no sabía si podía denunciar a Cortez y quería orientación. «Nunca tuve el apoyo de mi madre, no sabía cómo debía proceder así que busqué al psicólogo confiando que él me diría qué hacer, pero lo único que me dijo fue que todo lo que me había hecho había ocurrido fuera de la universidad, pero eso no era cierto, también me maltrataba dentro, incluso un día mi profesor de televisión le llamó la atención porque fue gritarme a la clase».
«La última vez que intentó acercarse a mí fue en 2016» —asegura ella— «me comenzó a escribir en mis redes sociales, me decía linda, bonita, yo aproveché para entrar a su facebook y me enteré que tenía un hijo, que estaba con una periodista y le envié a ella capturas de pantalla de los mensajes y le dije dile a tu esposo que deje de molestarme, ella enfada me contestó que se lo diga directamente a él, que ella no tenía nada que ver».
Alexa Velit, compañera de facultad a la que Zejo Cortez intentó llevar a un hotel
Ella es otra de las chicas que conoció a Christian Cortez siendo un universitario veinteañero. «Él estaba dos ciclos más que yo, siempre fue super atento, sentía que coqueteaba conmigo, pero super sano, éramos amigos. Hace como dos años, me escribió que había vuelto de España y que aunque había pasado mi cumpleaños quería que nos vieramos para saludarme, que hacía tiempo que no nos veíamos, y me invitó a un recital de poesía en El Rosedal, en Surco Viejo».
Ella fue y allí se encontró con una amiga del colegio que también era amiga de Christian y a la cual él también había convidado. » Yo estaba feliz de encontrarme con mi amiga, cuando terminó el recital él dijo para ir a La Noche de Barranco que cantaba una de sus amigas, fuimos los tres, él llevaba una petaca de ron, mi amiga y él se la pasaron tomando todo el rato, ella se emborrachó y yo comencé a preocuparme».
Alexa dice que Christian comenzó a presentarle a productores de música y gente conocida que estaban en el local pero a ella sólo le preocupaba el estado de su amiga. «Pensaba cómo llevarla a su casa, pero dijo que estaba bien y que fuéramos a bailar, fuimos a una discoteca y me dí cuenta que no tenía mi celular y no podía llamar un Uber, le pedí a Christian que volviésemos a La Noche, a buscar mi teléfono, pero dijo que ya habían cerrado, que ya iríamos al día siguiente».
Ella estaba preocupada en cómo se iría y en cómo llevaría a su amiga a su casa. «No llevaba dinero en efectivo, lo peor es que yo vivo sola en Lima y no podía pedirle ayuda a nadie, mientras, Christian comenzó a ponerse espeso, me abrazaba, quería besarme, pero yo no quería y me dijo —si no me prestas atención no te devuelvo tu teléfono’, me lo mostró y se lo quité super molesta y le reclamé, así que le dije a mi amiga —vámonos o te quedas con él».
Alexa pidió un taxi para llevar a su amiga que vive cerca al hospital Rebagliati y Christian se subió al auto. «Le dije al conductor que no venía con nosotras, pero él dijo que se bajaba en el camino, mi amiga dijo que sí, que siempre hacían así cuando salían juntos, y yo sólo pensaba en que en cuanto la dejase pediría un taxi para mí. Llegamos a casa de mi amiga y ella no quería entrar, se fue corriendo y yo pensé qué le pasa, intenté llamar otro taxi, pero me quedé sin batería.
Room Service
Y Christian seguía allí, así que Alexa pensó rápido y le preguntó qué haría, él dijo que iría a comer algo y luego a casa, ella pensó en ir con él y cargar su teléfono donde fuese a comer y poder pedir otro taxi. «Comenzamos a caminar por Petit Thouars hacia la avenida 28 de Julio, yo estaba asustada, por la zona, y cuando le pregunté su faltaba mucho me señaló un sitio poco iluminado, le dije —es un hotel, —sí, me contestó».
El poeta, dramaturgo y periodista le dijo, «sí es un hotel, voy a entrar y pedir un ‘room service’, tomar algo, cargar mi teléfono y luego me voy a casa, pero si no quieres no me acompañes y lo entenderé porque las peruanas son demasiado mojigatas, en España siempre vamos en grupo con chicas a los hoteles, leemos poesía y cantamos». Alexa volvió a pensar rápido y se dijo, «si entró puedo pedir que me llamen un taxi, o puede que él sea conocido del lugar y yo tendría las de perder».
La joven decidió mostrarse a favor de la propuesta de Cortez. «Decidí hacerme la cojuda y le dije —conozco otro hotel por aquí que tiene restaurant; se emocionó y me dijo —vamos. Iba hablando de sus logros, pasamos por un restaurante abierto las 24 horas, entré y me comenzó a jalonear —no, tu dijiste que ibas a venir conmigo, me decía; así que me acerqué a su oreja y le dije —si me sigues jaloneando esto va a acabar en la comisaría, me soltó —eres una loca— me dijo y se fue».
Alexa entró al local pidió un cargador pero no la quisieron ayudar. «Voltee y Christian volvía, me asusté, me metí más adentro, salió el gerente, un venezolano, me preguntó si me pasaba algo, si llamaba a la policía, pero en ese momento no sabía de qué podría denunciarlo así que le dije que no, que me ayudase a pedir un taxi. Al día siguiente me llamó mi amiga y me dijo que había estado muy mal, le dije —por qué me dejaste sola con él y me dijo —es que Christian me dijo que se iría contigo».
Katia Vil, compañera de trabajo acosada
Es otra de las afectadas por el comportamiento de Zejo, o sea de Christian Cortez, ella trabajó con él en La República, pero, por su tranquilidad, tuvo que dejar el trabajo. «Cuando entré a trabajar a La República, tuve la mala suerte de conocer a este sujeto, intentó acercarse a mí de innumerables maneras, con un bombardeo de atenciones y frases hechas, incluso llegó a hacerse pasar por mi “amigo secreto”, mandándome regalos y cartas».
Luego, según dice ella, intentó que le agradeciera ‘el gesto’. «Me reveló lo que había hecho y era como si tuviese que agradecerle que haya maquinado ese plan para intentar algo conmigo y debía pensar que su insistente acoso era romántico, además conocía información mía que nunca le había mencionado, como el nombre de la chica con la que salía en ese tiempo y me preguntaba qué tal íbamos».
Katia dice que en una ocasión por su cumpleaños salieron en grupo, «Zejo se tomó todo un pisco que yo había comprado sin siquiera pedírmelo, intentó pegarle a un amigo porque le dijo que tenía una voz aburguesada, intenté calmarlo, pero fue imposible, luego me di cuenta que solo estaba tratando de llamar mi atención y de victimizarse diciendo que había sido pobre y la había pasado mal.
A pesar de su insistencia, Katia dice que Zejo no logró con ella así que empezó a intentar desprestigiarla en el trabajo. «Esa misma noche llamó desde mi teléfono a mi jefe, le dijo que estaba espantado con lo que estábamos haciendo, que nos estábamos coqueando, cosa totalmente falsa, y que incluso otra compañera presente barajaba la idea de quejarse».
«Mi jefe, que es mi amigo y que estaba invitado a la reunión, llegó preocupado, y yo me fui con mis amigos. Del primer grupo sólo se quedaron unos cuantos, Zejo y una chica a la que ‘el poeta’ en un intento de besarla a la fuerza le lastimó las muñecas».
Katia dice que tenía que seguir trabajando con él, pero que su relación siempre fue distante. «Él estaba molesto porque nunca le hice caso, un día aprovechó que yo había ido a una marcha contra Fujimori para descargar los videos en donde yo salía y llevarlos a Recursos Humanos con la finalidad de que me despidan. Por suerte, la encargada no le hizo caso, pero él siguió hablando e inventando cosas tratando de dejarme mal, al final renuncié».
Y Katia dice que no sólo renunció por el acoso de Zejo. «No solo dejé el diario por él, las mujeres debemos enfrentar a un sinnúmero de estos estúpidos que convierten las relaciones laborales en un infierno, hostigan, acosan, violentan y cuando no les haces caso, tratan de vengarse usando el poder que tienen dentro de los medios. Un caso similar se presentó con un fotógrafo del mismo diario que también hizo correr rumores sobre mi persona y otras chicas, lo malo es que él sigue trabajando ahí».
«Había mujeres con más talento, inteligencia y carisma que Zejo en la chamba, pero él era el que conducía ‘La Contra’ y se hacía popular. Siempre se jactaba de los privilegios con los que contaba por su cercanía a la cabeza de la empresa».
Katia también afirma que dentro de La República, las denuncias de acoso ya se conocían desde hace varios años, «pero el espíritu de cuerpo de los hombres lo terminaba protegiendo, qué bueno que por fin haya caído, no solo era un acosador, sino también un abusivo que golpeaba a sus parejas y un violador. Ojalá que sigamos librándonos de estos machos».
Otra compañera de trabajo acosada
Ella entró a trabajar a La República, como redactora web, a finales de 2015 y sería otra de las mujeres acosadas por Zejo Cortez. «Él siempre me miraba, se acercaba a mi sitio de trabajo, me parecía atractivo, un día me invitó a tomar algo, salimos como 3 o 4 veces, pero se suponía que quería estar conmigo y me hablaba de otras chicas, además una de las veces que salimos yo pedí un pisco sour, a la hora de pagar el me pidió mi parte y se quedó con mi vuelto».
Ella dice que nunca pasó nada entre ellos, pero que no librarse de él fue complicado. «Hice una reunión por mi cumpleaños y no lo invité porque mi jefa era su ex pareja y eso me incomodaba, pero él igual fue, se bebió la bebida de mis amigos y me perseguía toda la noche, mis amigos se dieron cuenta y me dijeron que era un sinvergüenza y un acosado y yo me comencé a sentir muy incómoda».
Luego de la reunión ella dice que vio a Zejo algunas veces más, pero que dejó de aceptar sus invitaciones porque ya no se sentía bien viéndolo. «A pesar que hacía todo para evitarlo, él iba a mi sitio de trabajo, quería que volviésemos a ser amigos, tuve que bloquear mis redes sociales para no recibir sus mensajes, entonces comenzó a enviarme mails, le dije que estaba con un chico y me decía que no le importaba que él sólo quería que fuésemos amigos, pero si insistencia no era normal».
Ella le dijo a Zejo que se sentía acosada que parase de molestarla, pero él no la tomaba en serio, «sólo paró cuando amenacé con denunciarlo. «Sólo estuve un año en La República y aunque el acoso duró sólo dos meses, todo el tiempo que estuve en el diario hice todo lo que pude para evitarlo, pero me robó la tranquilidad. Nunca lo denuncié en el trabajo porque me daba vergüenza y no quería poner en riesgo mi trabajo».
Primera denuncia por violación
El 30 de abril pasado, en la página Me Too Perú, una mujer denunció a ‘Zejo’, Christian Cortez, de haberla violado cuando ella tenía 19 años de edad y era su alumna. Según ella, luego de trabar una amistad en clase y de decirle que veía en ella mucho potencial para la poesía, ella quedó deslumbrada intelectualmente por él, hasta que un día la citó en una estación del Metropolitano para entregarle unos libros.
«Al vernos, salimos de la estación y me dijo que me llevaría a un lugar muy particular pero que antes, iríamos a una tienda porque tenía sed, fuimos, me ofreció una gaseosa yo le dije que prefería agua, sin embargo, él compró una gaseosa y botella de alcohol, me pareció extraño pero no dije nada, caminamos hacia aquél lugar y resultó ser la parte trasera de unos edificios, había un jardín…» y allí estuvieron conversando.
Luego el profesor le ofreció a la alumna un sorbo de la mezcla que había preparado, ella dijo que no, que no bebía y que le haría mal, «justo en ese momento alguien me llamó por teléfono y me entretuve hablando, luego me ofreció ron puro y me dijo que así no me haría daño, yo titubeé, me puse nerviosa y accedí, pensé qué podría pasar si estamos en la calle, hay gente pasando».
Luego de ese trago ella comenzó a sentirse un poco alterada, luego siguieron bebiendo, se sintió rara, pero siguieron hablando, ella dijo que debía irse que era tarde, pero antes tenía que ir al baño. «Caminamos hacia el minimarket de un grifo y comenzó la pesadilla, entré al baño para orinar, ya me sentía mareada y mientras estaba sentada orinando, él entró intempestivamente, pero yo me sentía tan mal que solo di unos pasos y le pedí que saliéramos».
Pero no salieron, él se acercó se besaron y entre toda la confusión ella dice que le pidió salir de allí. «Él comenzó a tocarme, yo no hacía nada porque me sentía mal, hasta que me senté en el piso de ese gran baño y él, se puso sobre mí, por el estado en el que estaba recuerdo que en repetidas ocasiones le dije que no quería, explícitamente le dije —no quiero salir embarazada—, él me preguntó si era virgen (lo era hasta ese momento), no respondí y empecé a gritar».
Según el testimonio de esta mujer, Zejo le dijo que no gritase que la iban a oír, luego salió del baño y volvió se bajó los pantalones y le mostró un preservativo que acababa de comprar. «Sólo recuerdo mis quejidos de dolor y el camino de regreso a casa, completamente sola, mareada y confundida por lo sucedido. Hasta ahora me pregunto cómo llegué a casa […] siempre tuve dudas sobre lo que pudo haberme puesto en el vaso mientras recibí la llamada y la insistencia de que tomara con él».
«Al día siguiente, al despertarme y darme cuenta de lo que me había pasado, le reclamé por inbox, él tuvo la desfachatez de decirme que lo lamentaba y que no volvería ocurrir algo así, para rematar en esa semana debía rendir mis exámenes de fin de ciclo […] con toda la rabia tuve que verle la cara, terminé rápido mi examen y él salió detrás, en un intento desesperado trató de justificarse, me dijo que esperaba que lo pudiera disculpar, él sabía lo que había hecho, él no estaba mareado, él planeó todo y yo caí».
Investigación fiscal de oficio
La primera denuncia por violación aparecida en contra de Zejo ha ocasionado que, el pasado 3 de mayo, la Segunda Fiscalía Corporativa especializada en Casos de Violencia contra la Mujer, inicié una investigación preliminar de oficio contra el «Poeta, dramaturgo, periodista y docente universitario», Christian Cortez Abanto.
Ahora ya serían dos las denuncias por violación, varias por acoso y posiblemente también se sume la denuncia por maltrato físico presentada por quien fuera hasta hace unas semanas la pareja de Cortez, con la que además acaba de tener un segundo hijo.
Al momento de publicarse la primera denuncia por violación, el ex cuñado de Zejo, publicó un post en Facebook en el que despotricaba de él y daba gracias de que su hermana lo hubiese dejado.
Un familiar de la joven habló con teleoLeo.com y aseguró que la denuncia se debe a que Cortez golpeaba a su ex pareja y que incluso había llegado a hacerlo cuando ella estaba embarazada. Según las extrabajadoras de La República que han dado su testimonio para esta nota, la ex pareja de Zejo es nieta del subdirector del diario y, por eso, según afirman ellas, él decía que era «el segundo de La República».
¿Viaje? ¿Fuga?
Otra cosa a tener en cuenta es que según información confirmada, Christian Cortez, debido al stage que hizo hace un par de años en Madrid y a una presentación que tuvo en Barcelona estuvo haciendo averiguaciones para radicar en España, según él no estaba bien en Perú y tenía problemas con la familia de su actual pareja. Será que ya preveía todo lo que le ha caído encima e intentaba que las denuncias lo encontrasen a varios miles de kilómetros de distancia».
TeleoLeo.com ha intentado comunicarse con Christian Cortez via por mail y vía whatsapp, pero aún no recibo respuesta, espero que no tarde en llegar, en todo caso, todo lo publicado en este artículo son los testimonios de mujeres que dicen haber sido violadas y acosadas. En varios de los testimonios hay coincidencias que permitirían inferir la veracidad de todas las historias. Esperemos que la justicia haga su parte y esclarezca a la brevedad todo lo ocurrido, pues no son pocas las afectadas.
Esperemos también, por la tranquilidad de las víctimas que las investigaciones sean rápidas, pues hace unos días Zejo publicó un post en el que decía que él era una buena persona, que no lo habían dejado rectificarse y, al parecer, en un intento de emular a Alan García, anunciaba que «dejaba la vida». «Denuncien a mi cadáver que hoy soy libre y nadie me valoró». Sin embargo, algunas horas después retiró la publicación.

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