A las Maluma Lovers no les importa ser mujeres objeto, ellas sólo quieren bailar

Este viernes el cantante colombiano desparramó machismo y misoginia en uno de los festivales de verano más renombrados en Catalunya. Y sus seguidoras disfrutaron, según ellas, ser hipersexualizadas es parte inalienable del reggeaton

Ser europea, clase media, con acceso a educación e información y con una formación sexual abierta, reticente a nefastas conductas machistas y misóginas, no garantiza nada. Sobre todo, cuando el cuerpo es dominado por el ritmo y la fiesta.

Es verano en Catalunya y este pequeño territorio se llena de festivales, este viernes en el de Cap Roig, uno de los más renombrados, se presentó Maluma, gran espectáculo, 14 bailarinas en escena y en primera fila las fans de siempre, las que confiesan seguirlo desde la adolescencia.

Todas y todos los asistentes coreaban sus canciones en las que las mujeres el 90% de veces somos traseros deseables, cuerpos húmedos y sumisos al placer que el macho colombiano nos quiera proporcionar. Lo importante era divertirse, que la vida son dos días y hay que aprovecharlos.

TV3, la cadena de televisión catalana realizó un reportaje sobre el concierto del lúbrico colombiano. Le preguntó a algunas mujeres asistentes qué pensaban de las letras de sus canciones y todas sin excepción dijeron que pese a ser machistas, les agradaban porque las hacía bailar.

Una de las respuestas fue muy reveladora. Una de las mujeres dijo: «A mí me encanta todo de Maluma, yo sólo bailo, no pienso en las letras de sus canciones porque sino me sentiría mal y no quiero. Yo sólo quiero bailar y pasarlo bien». Placer inmediato, dopamina a la vena.

Otra dijo que todos sabíamos lo que era el reggeaton y que el machismo y la misoginia venían con el precio, pero que el ritmo las cautivaba y aunque sabían que la música de Maluma no las retrataba como mujeres empoderadas: les gustaba.

A las seguidoras de Maluma poco les interesa lo que cantan en «Cuatro Babys», canción motivo de una petición de Change.org, pedían que se retire el videoclip por “hacer apología de la violencia directa hacia las mujeres, que son descritas como meros cuerpos sin valor, intercambiables y disponibles al servicio del deseo sexual”

Ya no sé que hacer / No sé con cuál quedarme/ Todas saben en la cama maltratarme/ Me tienen bien, de sexo me tienen bien/ Estoy enamorado de cuatro babies/ Siempre me dan lo que quiero/ Chingan cuando yo les digo/ Ninguna me pone pero. (Con más de 92 mil firmas obtenidas, el video fue retirado pero la canción sigue circulando).

Un polvo

Ni el título, ni el polvo son cuestionables, no estoy en contra de ninguna actividad sexual, pero como mujer sí estoy en contra de ser retratada como mero objeto sexual, una muñeca sin voluntad, dispuesta y feliz de ser receptáculo de los fluidos de un hombre.

Quiero volver a explorar tu cuerpo/ Ver tu cara cuando lo tengas adentro/ Motívate, utilízame, dime cuando te vuelva a ver/ Pa’ hacértelo como te lo hice

En «Vamos a ser Felices los Cuatro», una de las canciones que más está sonando, a pesar de que habla de una infidelidad compartida y consentida, la mujer vuelve a su rol de mujer objeto: «…disfruta y solo siente el impacto, el boom boom que te quema, ese cuerpo de sirena».

Según Amnistía Intercional, la violencia de género es un iceberg donde sólo estamos viendo la punta, donde sólo nos estamos preocupando de los delitos más nocivos como son la violación sexual y el feminicidio, sin embargo, lo que vemos del iceberg es sólo la parte que flota sobre el agua.

Lo que no estamos viendo según Amnistía es la base, la gran masa que subyace; lo mismo pasa con la violencia machista, no somos conscientes que para llegar al abuso sexual y al asesinato hay micromaltratos que hemos normalizado y aceptado, entre ellos: hipersexualizar a la mujer.

Letras como las de Maluma celebradas por mujeres en un país que ha llenado las calles en los últimos #8M es motivo de preocupación. Mujeres que anulan su capacidad de análisis en busca de placer momentáneo también. Hombres como Maluma nos pueden querer objeto, pero nosotras no podemos sumisas y sonrientes asentir «y disfrutar del ritmo».

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