Cantagallo, 20 años de precariedad y abandono político: 80% de contagiados de COVID-19

La comunidad shipibo-konibo de Lima sufre el contagio generalizado del virus. La falta de salubridad en la que viven: sin agua, desagüe ni servicios higiénicos propios, los ha convertido en víctimas propicias para un virus que se combate con limpieza y desinfección constantes

«Estoy muy mal física y psicológicamente. Me duele todo el cuerpo, la cabeza, tengo el pecho cerrado, no respiro bien, tengo COVID-19. Me duele mucho la vejiga, creo que también tengo infección urinaria. Mi esposo y mis 3 hijitos también están contagiados. En Cantagallo el 80% hemos dado positivo a la prueba rápida. Acabaremos todos contagiados».

Metsa Wesna, Hermosa mujer, así la llamaron sus padres al nacer, en Lima le pusieron otro nombre, pero ella prefiere ser llamada por el original. Hija de shipibos-konibos ha crecido y estudiado en Lima. Al terminar la secundaria se presentó a la «beca18«, ganó y el Estado le pagó los estudios, manutención y todos los gastos durante su paso por la universidad. A finales de 2019 egresó como maestra de Educación Intercultural Bilingüe para Pueblos Shipibos.

Metsa Wesna tenía como objetivo volver a la tierra de sus ancestros, a Ucayali, y volcar sus conocimientos allá, donde más la necesitan, porque aunque algunos, desde la capital, se esfuercen en negarlo ─sobre todo, los pertenecientes a las clases más acomodadas─ en Perú, ser de un etnia diferente a la dominante es fuente de discriminación y miseria─. Pero no pudo volver, le faltaban unos exámenes y llegó la pandemia.

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«En Cantagallo estamos sufriendo, el COVID-19 impide que nuestros artesanos puedan vender sus trabajos y mantenerse, la mayoría está pasando hambre, no tenemos dinero ni para medicinas básicas y tampoco podemos salir a comprarlas, el ejército ha hecho un perímetro y no nos permite salir fuera. Hemos recibido algunas donaciones de alimentos, pero no es suficiente, necesitamos comida, medicinas, gel hidroalcohólico para las manitos de los niños».

Según Metsa Wesna, sólo a principios de la pandemia, la municipalidad de Lima les llevó alimentos en dos oportunidades, les habían prometido camiones cisterna de agua dos veces por semana, pero sólo cumplieron las primeras semanas. Y entonces: ¿cómo puede la gente de Cantagallo cumplir con lavarse las manos constantemente con agua y jabón durante 20 segundos? Defensa Civil y amigos de la comunidad también les han llevado comida.

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«Esta semana han hecho la prueba rápida a toda la comunidad y el 80% está infectado. Estamos preocupados, no hay seguimiento de nuestros casos, por lo menos no del mío, ni de mi familia. A mí sólo me han dicho como limpiar la casa, los utensilios, pero nada más. Hace unos días mi esposo tuvo fiebre, le di paracetamol que unos vecinos nos regalaron. Nos estamos tratando sólo con eucalipto, mentol y limón».

Pero en Cantagallo, la precariedad no es sólo sanitaria, también carecen de servicios básicos. Las 238 familias que viven en este asentamiento humano no tienen agua, ni desagüe en sus casas. No tienen baño propio. Antes del estado de emergencia ni siquiera tenían baños dentro de la comunidad. «Nos han puesto baños después de mucho pedirlo, pero todos, sanos y enfermos, los utilizamos por igual y eso también es foco de contagio».

Otro problema que están enfrentando, según explicó Metsa Wesna a teleoLeo.com es el aumento de roedores. «Mi casita, como la de todos, es de madera, el techo es de plástico, el piso de tierra y ahora estamos infestados de roedores. Hay ratones y si hay ratones hay ratas. Yo tengo miedo, nos pueden morder, además, cuando me queda comida como no tengo refrigeradora la tapo bien, pero igual los roedores pueden estar comiendo lo que yo al día siguiente le doy a mis hijos».

La situación de los pobladores de Cantagallo es terrible, según Metsa Wesna, ella ha recibido los dos bonos que ha entregado el Estado para las familias vulnerables, un total de 760 soles para mantenerse durante los dos meses que está durando el estado de emergencia en Perú: 220.00 dólares o 203.00 euros. «Pero a muchos no les ha tocado, por ejemplo, mi madre y mi suegra, madres solteras con niños a cargo, no han recibido nada».

TeleoLeo.com recogió el testimonio de Metsa Wesna

S.OS. Cantagallo

Grupos de amigos de la comunidad de Cantagallo están organizando varias colectas para poder llevarles alimentos y lo que les haga falta. Uno de esos grupos es el capitaneado por Margarita Osterling a través de la página de Facebook Reconstruyéndo-nos Juntos. «La página fue creada luego del incendio que sufrió Cantagallo en 2016 y que dejó a sus pobladores con lo puesto y en la calle».

Margarita ha sido maestra de Metsa Wesna y sufre al verla contagiada a ella y a su familia, pero además sufre por ver morir a los integrantes de esta comunidad, hasta el momento 3 personas han fallecido. También lamenta la gran cantidad de contagiados. «Lo peor es que como están casi todos enfermos, hay un cerco militar que no los deja salir a comprar nada, ni alimentos, ni medicinas, si no los ayudamos esto va a ser una tragedia».

Margarita entiende que los pobladores de Cantagallo no puedan salir porque son en sí mismos focos de infección, lo que ella, ni nadie ─consciente de la realidad de estas personas─ entiende es que no reciban la ayuda que necesitan. TeleoLeo.com ha conocido el caso de un enfermo grave que tenía una receta médica, que no ha podido surtir hasta no ha contactado con personas de fuera que se la puedan comprar.

Y aquí se ha encontrado con otro problema, en Perú desde el inicio de la pandemia, hay medicamentos que se anunciaron como curas milagrosas para el COVID-19 que han sido acaparados y ahora no se encuentran en las farmacias y son vendidos por fuera a precios exorbitantes.

«Por eso estamos haciendo una colecta, somos 4 grupos ‘amigos de Cantagallo’ que nos hemos organizado. Estamos recibiendo donaciones, pero necesitamos más, estas personas necesitan alimentos, medicinas, desinfectante, todo para cuidarse. Pensábamos llevar la ayuda este sábado, pero tenemos que planificar bien las entregas, así que estaremos recibiendo donaciones hasta este martes 19 de mayo»

Cuentas para donaciones

Cuenta Interbank

Margarita Osterling Salas/ DNI 07624515

CCI 003-122-013090779054-92

Cuenta: 1223090779054

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Cuenta BCP

Margarita Osterling Salas/ DNI 07624515

CCI 00219319855577908917

Cuenta: 193-98555779-0-89

Cuenta Yape: 948582079

20 años de violencia institucional

Cantagallo es un asentamiento humano formado por integrantes de la etnia shipibo-konibo que desde Ucayali llegaron el año 2000 a Lima invitados por Alejandro Toledo, el entonces candidato a la presidencia del Perú. Ellos llegaron caminando ─497 kilómetros separan Ucayali de Lima─ para apoyar la «Marcha de los 4 Suyos», convocada con el objetivo de derrocar la dictadura de Alberto Fujimori.

A su llegada a la «gran ciudad» y hasta que Toledo asumió la presidencia, los shipibo-konibo tuvieron alojamiento subvencionado, sin embargo, una vez que el nuevo presidente asumió el mando, perdieron la ayuda. Como no conseguían trabajo, ni tenían dinero para volver a casa, recurrieron a la primera dama, quien los instaló en un terreno baldío, destinado a ser relleno sanitario. Allí, con cartones, maderas y plásticos hicieron sus casas y se dedicaron a la producción de artesanía para poder sobrevivir.

En 2011 llega Susana Villarán a la alcaldía de Lima y promete «Río Verde», para la ciudad, un proyecto de parque público para la recuperación de la ribera del Río Rímac que integraría Cantagallo. A los habitantes del asentamiento humano se les prometió un espacio dentro del proyecto para su producción cultural y artística, y reubicarlos en un complejo multifamiliar en las inmediaciones.

Pero el proyecto no se llevó a cabo, la gestión de Susana Villarán fue recusada, entró Luis Castañeda Lossio ─ex alcalde de Lima envuelto en casos de corrupción─ y ‘dirigió’ los recursos de «Río Verde» a la construcción de un by pass, un nudo más para el enmarañado tránsito vehicular limeño. En 2016, un incendio devastó Cantagallo, más de 400 familias shipibo-konibo quedaron en la calle. Sin pertenencias, ni sus talleres de producción, quedaron en la miseria absoluta.

En 2019 Perú fue el invitado de la feria ARCO de Madrid y envió lo mejorcito que tenía, se trataba de un evento de renombre internacional. Entre los representantes de la cultura peruana estuvieron Olinda Silvano y Silvia Ricopa, ambas artistas de shipibas de Cantagallo, pintaron un gran mural Kene, precioso, admirable, el mundo conocía el arte amazónico y el Perú presumía de algo más que el ceviche y Machupicchu.

Olinda y Silvia conocieron a los reyes de España, por unos días se codearon con la crème de la crème y tuvieron baño privado y hasta agua caliente. Pero al volver de la aventura, las dos grandes artistas shipibas representantes del Perú, se volvieron a enfrentar a la precariedad en la que en Lima, a pocos metros del Palacio de gobierno, viven con su gente desde hace 20 años, desde el día que confiaron en que un político cuidaría de ellos.

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