Discriminación, hambre y frío: Testimonios de mujeres venezolanas en el Perú de la pandemia

Sufrir la muerte de miles de personas podría haber sido un punto de inflexión en esta loca carrera por abrazar al neoliberalismo, aunque en el camino queden muchos, pero no. Perú sigue siendo un país en el que la pobreza humana se perpetúa permitiendo la miseria de sus ciudadanos más pobres y de las y los más de 800 mil venezolanos que se refugiaron allí. Esta es la historia de 9 mujeres venezolanas y de 15 niños que deben pedir en las calles de Lima para poder comer y tener un techo sobre sus cabezas

«Sólo comemos una vez al día, estoy sola con mis hijos de dos y 1 año de edad, el más pequeño nació con síndrome de down, tiene problemas cardíacos, nació con neumonía y a los 3 días de nacido fue operado de páncreas y duodeno; debe tomar medicamentos, cada 8 días se le acaban y no tengo dinero para comprarle. El padre se fue a trabajar al interior y desde hace 3 meses no envía dinero, nuestra relación acabó y lo único que hace ahora es llamar, nada más».

Desde el inicio del estado de emergencia en Perú, esta mujer de 23 años de edad cuida sola a sus hijos. El padre de sus hijos se fue a trabajar hace varios meses a Chimbote, iba y volvía a Lima regularmente, pero antes del estado de emergencia la relación se acabó y él se ha desatendido de la manutención de sus hijos. Ella dice que salía a vender agua, café y bizcochos, para mantenerse, pero en cuanto llegó la pandemia tuvo que dejar hacerlo porque la policía casi la multa.

«Cada día dejo un poco de comida del almuerzo para poder darle a mi hijo más pequeño algo para la noche ─tiene casi un año pero parece de 6 meses─. Para ir a dormir les doy a los dos un vaso de leche, a veces, cuando no tengo ni para leche, les doy agua con maizena. Luego nos vamos a dormir. Dormimos en el piso con un colchoncito, el más pequeño siempre se me tapa, debido a la neumonía con la que nació».

A la lamentable situación económica de esta mujer, debemos agregar que es extranjera, así que no tiene una red familiar que la sostenga. Ella es venezolana y eso agrega gravedad a su situación, debido a la gran cantidad de venezolanos llegados ─a Perú a raíz del éxodo masivo de su país─ lo peruanos no los tienen en mucha estima, porque como siempre, cuando una oleada migratoria arriba a un lugar, se le echa la culpa de todos los males y carencias, incluso de los endémicos.

«Llegué a Perú en 2018, venía con mi pareja, mi hijo de 1 año en brazos y otro que traía en la panza y no lo sabía. Mi bebé nació con síndrome de down, lo operaron a los dos meses del corazón. Cuando rompí con el padre de mis hijos justo llegó la pandemia y él dejó de enviarnos dinero porque también se quedó sin trabajo y me dijo que ya le era imposible hacerlo». Ahora ella carga sola con el peso de sacar adelante su familia en un momento de gran incertidumbre.

«Cuando mi pareja se fue yo trabajaba de noche, una amiga me ayudaba con mis hijos, así cuando ella volvía, yo me iba a vender café, vendía tres o 4 termos al día y con eso pagaba alquiler y comida, luego me mudé y tengo una vecina que me ha ayudado con leche para los niños y nos ayuda con lo que puede. A comienzo de la pandemia, Aldeas infantiles nos trajó alimentos, pero ahorita no tenemos nada» ─dice afligida a teleoLeo.com

Y para mayor drama, su hijo de dos año sufrió un accidente doméstico que no ha podido tratar como corresponde porque no ha tenido dinero para toda la medicación. «Mi hijito de 2 años se quemó el brazo y la pierna, fue horrible y los únicos que me ayudaron fueron mis compatriotas venezolanos, los peruanos no. El médico le recetó antibióticos y una crema y sólo pude comprar la crema».

Lo único que ella quiere es que el COVID-19 desaparezca. «Que se acabe la pandemia ya. Mis hijos me gritan desesperados que tienen hambre y yo sin poder salir a vender nada, están desnutridos porque sólo les puedo dar una comida al día, no puedo ni pagar el alquiler. Además la dueña nos corta el agua y la luz, sólo las pone una hora al día y eso hizo un mes nos llenamos de sarna porque no podemos ni lavarnos».

Las mujeres se organizan

Pero ella no es la única madre soltera venezolana pasando penurias en Perú. TeleoLeo.com ha contactado con un grupo de mujeres que piden comida en las calles, piden ropa, piden todo lo que les puedan dar para poder repartirse o hacer olla y así alimentarse y alimentar a sus hijos, todos pequeños. Tener un lugar donde dormir, una comida caliente, medicinas y ropa de abrigo; en una Lima que va entrando al invierno, son las prioridades.

Dayana, Génesis, Stefany, kleydis, son algunos de los nombres de estas 9 mujeres que juntas tienen 15 menores a su cargo. Dayana vive hace dos años en Perú y es quien comenzó con la recolección y repartición de víveres, ropa y hasta medicinas, ella trabajaba en una casa cuidando niños y limpiando, las otras también trabajaban y se iban manteniendo en un país que ahora pide más requisitos que Europa para regularizar la situación de los inmigrantes.

Kleydis es una de esas mujeres, ella tiene 3 niños y además está embarazada

«En respuesta a la inadecuada protección prestada por Perú a los derechos humanos de las personas refugiadas procedentes de Venezuela, y dada la urgencia que impone la pandemia de COVID-19, que ha afectado a Perú de forma especialmente fuerte, las autoridades peruanas deben regularizar la situación migratoria de la totalidad de mujeres, hombres, niñas y niños de Venezuela que se encuentran en el país».

Amnistía Internacional, junio 2020

Sin trabajo y sin ayudas

Al inicio de la pandemia Dayana fue despedida del trabajo y viéndose sin recursos, conoció un día a un señor, el padre de Kleymar, que le recomendó salir a la calle a pedir, que algo le darían. «Yo me inicié en esto por ese señor y así también fui conociendo a más mujeres venezolanas, como yo, que se habían quedado sin trabajo y sin dinero para mantenerse y comencé a pedir, ya no sólo, para mí y mi familia, si no también para ellas y sus hijos».

El padre de Kleimar murió por el COVID-19 el 12 de junio en el hospital María Auxiliadora y aunque le dieron el SIS el hospital no lo crema. «Nosotras no podemos hacernos cargo del cuerpo porque no tenemos dinero, estamos esperando que el hospital lo creme, como corresponde, pero nada, han incinerado a otros pacientes que han fallecido después, pero a él no». Este es el espeluznante nivel de miseria y desatención que viven estas y otras mujeres y madres migrantes en Perú.

Madres

«Stefany tiene 2 niños; Kleydis, 3, todos pequeños y está embarazada; . Ellas también salen a pedir a la calle con sus hijos. Stefany se pone debajo el puente de Atocongo, así llueva ella está allí con ellos porque si no, no comen. Tengo a mi hermana, ella era ayudante de cocina en un restaurante, también se ha quedado sin trabajo, y sale a pedir con sus dos hijos» ─dice Dayana. Y no les queda otra salida, porque a pesar de su fragilidad económica y social, al no ser peruanas no reciben ninguna ayuda estatal.

Así que cada día, Dayana y las compatriotas con las que se ha organizado, salen a buscarse el sustento como pueden. «La calle es muy dura. Venecos, vayan a trabajar, vayanse a su país, nos gritan, y nosotros no estamos aquí por gusto, estamos porque hemos tenido que huír de nuestro país por la situación política y económica». De eso los peruanos saben mucho, pero parecen haber olvidado que en los años 80 miles migraron por los mismos motivos y Venezuela fue uno de los destinos elegidos por aquellos que no podían acceder a USA o Europa.

Francia tiene 2 niñas, una en Venezuela y otra de 1 mes en Perú, adonde llegó caminando en busca de un futuro mejor, pero la pandemia le torció la suerte

La salud no es para pobres

En el Perú de las diferencias, no todos los peruanos tienen atención sanitaria garantizada, incluso durante la pandemia, menos las migrantes sin recursos; como es el caso de Dayana y su grupo. Y el sistema de salud está tan colapsado que ni siquiera tienen preferencia las parturientas. En algunos casos, además del sistema, los profesionales de la salud también son un problema. «A mi sobrina Génesis le dieron el SIS, pero la doctora que le tocó la atendía mientras jugaba al Candy Crush. Ah tu eres venezolana ─la decía, ah llena esa hoja; mi sobrina le preguntaba sobre su estado y las ecografías y ella le contestaba mal».

Para la última ecografía que Génesis debía hacerse tenía que pagar 80 soles, si no pagaba no se la hacían, así que ella y las demás mujeres del grupo juntaron el dinero pidiendo en una calle sí y en la otra también, la ecografía fue hecha, pero las adversidades continuaron. Cuando llegó el día del parto, ella dio a luz en casa, pues cuando las contracciones se manifestaron acudió al hospital, pero no la ingresaron por estar poco dilatada y la mandaron a casa, sabiendo que podría ponerse de parto a partir del toque de queda y que sería muy complicado, trasladarla.

«El día que mi sobrina se puso de parto fue al hospital, la mandaron a la posta y de la posta la mandaron a casa y allí parió por la noche. La ayudamos, pero no sabíamos ni cómo cortarle el cordón. Mientras ella paría, mi mamá y las vecinas fueron a la policía, a los bomberos, para poder llevarla al hospital, y nos decían que no tenían unidades para llevarla, al final fuimos en moto taxi y al bebé le tuvieron que poner antibióticos porque como le tuvimos que cortar el cordón, se infectó» ─explica Dayana.

Otra mujer venezolana no fue atendida a tiempo en el parto y ahora su bebé tiene granitos en la cara por posible aspiración de meconio ─primeras heces de los bebés─. «No la querían atender porque no tenía contracciones, aunque estaba en la semana 42 y, además, porque era venezolana. Fuimos con una amiga peruana que se pusó fuerte y dijo que era su sobrina. Sólo por eso le hicieron la cesárea, ahora tiene dolores y no le dan nada, además, está muy preocupada porque su bebé tiene erupciones en la cara, unos amigos médicos de mi país me han dicho puede ser por sus propias heces» ─explica Dayana.

Sin techo

También está la historia de Jessica, ella es la única del grupo que tiene pareja y estuvieron durmiendo 15 días en la calle, algunos de los cuales con sus dos hijos pequeños. «A ellos los echaron de su cuarto porque no podían pagar el alquiler, yo los conocí pidiendo» ─dice Dayana─ «así que les buscamos ayuda, me llevé a sus dos niños conmigo para que no durmieran en la calle, a ella y a su pareja no porque vivo en un cuartito pequeño con mi familia, pero ya les hemos conseguido a donde mudarse y esta semana volverán a estar los 4 juntos. Es así como nos ayudamos porque si no, no lo hace nadie».

Yusmeli es otra de estas mujeres sin techo. Madre de 7 hijos, vive con 2 Perú, antes de la pandemia se ganaba la vida con su trabajo, ahora se encuentra en la calle pues al no poder pagar el cuarto se ha quedado sin un lugar donde guarecerse ella ni sus hijos

TeleoLeo.com recogió el testimonio de este grupo de mujeres a través de Dayana

Comparten sin mirar a quien

Dayana y su grupo, no sólo se cuidan entre ellas, también intentan cuidar a más mujeres necesitadas; las donaciones que ellas consiguen las comparten con vecinas peruanas que también están pasando hambre y miseria porque durante toda la pandemia no han podido trabajar. Ojalá ellas encontrasen la misma solidaridad como país. Ojalá dejasen de ser discriminadas por ser venezolanas. Muchas llegaron al Perú caminando, con la esperanza de una vida mejor y se han topado con la xenofobia de un pueblo que ha migrado tantas veces como ha podido, por los mismos motivos que ellas.

Aquí vemos a Dayana llevando alimentos a vecinas peruanas que, como ella y sus compañeras, carecen de todo por no haber podido trabajar durante la pandemia

S.O.S

En medio de las voces que se alzan contra los venezolanos en Perú, también los que se rebelan y ayudan en lo que pueden. Paula Lizama es una de ellas, ella es amiga de Génesis y cuando ella y su familia se vieron sin trabajo por la pandemia, Paula pidió entre conocidos, amigos y en las redes, toda la ayuda que le pudieran brindar para llevárselas y en ese trabajo continúa, dando su tiempo y colaborando con la organización de las donaciones que recibe y que espera seguir recibiendo porque la calle seguirá muy dura para estas mujeres. Para muchas peruanas también.

Se acepta la voluntad

Quien pueda ayudar a Dayana y su grupo de mujeres y niños pueden realizar donaciones en la cuenta Yape a nombre de Paula Lizama: +51977735881

También pueden llamar a ese mismo número para donar ropa de abrigo, mantas, alimentos, leche para bebés y medicamentos. Toda ayuda será bien recibida y mejor utilizada.

Según Fernanda Doz Costa, directora adjunta para las Américas de Amnistía Internacional (AI): «Perú no ha querido o no ha podido proteger adecuadamente los derechos y la dignidad de las personas de Venezuela que huyen de las violaciones de derechos humanos masivas cometidas en su país de origen». Y esto es muy preocupante pues, según datos oficiales, Perú es el país que a nivel mundial concentra el mayor número de solicitantes de asilo de nacionalidad venezolana: más de 482.000 y acoge a 830.000 personas venezolanas en total.

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