‘Desactivadora’ de lacrimógenas del 14N: «Volver a casa fue sólo cuestión de suerte» [VÍDEO]

Escrito por: Leonor Pérez-Durand

«Luego de 3 horas de estar allí, nos dolía la cabeza, la espalda, y decidimos irnos; cuando lo hacíamos, vi a unas personas que cargaban a un joven mal herido. Detuvieron un auto particular y le pidieron al conductor que lo llevase a un hospital. Luego supe que era el compañero Inti y caí en la cuenta de que volver a casa había sido un golpe de suerte».

A casi 15 días de la perdida de Inti Sotelo Camargo, de 24 años; y de Jack Bryan Pintado Sánchez, de 22; el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses confirmó que ambos recibieron disparos de arma de fuego, posiblemente de escopeta. Inti recibió el impacto de 4 perdigones de plomo, unos de ellos a la altura del corazón; Jack Bryan, 10 en cabeza, cuello, tórax y brazo derecho.

TeleoLeo.com ha obtenido el testimonio de una de las jóvenes peruanas que en las manifestaciones del 9 al 14 de noviembre desactivó bombas lacrimógenas. Ella, al igual que los demás, acometió la tarea sin mayor preparación, con el único objetivo de apoyar las protestas que exigían un cambio en la estructura del poder político, contaminado por la corrupción y falta de compasión con el pueblo.

«Fue una experiencia muy fuerte, jamás pensé que haría algo como eso. Desde la primera marcha, estuve desde temprano con unas amigas, queríamos alzar nuestra voz de protesta ante lo que estaba pasando». Unas horas antes, el Congreso del Perú había defenestrado al presidente de la república por «incapacidad moral», debido a una investigación por corrupción.

La vacancia del presidente Martín Vizcarra, como ya se ha dicho por activa y por pasiva, es por lo menos paradójica: 68 de los 105 congresistas a favor de su destitución tiene investigaciones y procesos en su contra; y sacaron al presidente que impulsaba una ley contra la reelección parlamentaria, para que no pudiese volver a candidatear nadie con cuentas pendientes con la justicia.

«Cada día hubo represión, pero el sábado (14N) fue más fuerte y no hay nada que pueda justificar la violencia de la policía. Ellxs tenían toda la protección y las armas; nosotrxs sólo teníamos polos (camisetas), vinagre, agua y bicarbonato. Algunos teníamos mascaras antigases por las bombas que habían lanzado los días anteriores y cascos, pero nada sirvió cuando la policía lanzó más bombas».

Entre los que acudieron a la marcha, según explica esta joven, había barristas, adultos y adultos mayores, jóvenes y adolescentes, pero recién el sábado se organizaron en brigadas que estuvieron en primera línea, desactivando bombas, para permitir que la manifestación de rechazo a lo que estaba ocurriendo en el país pudiese llevarse a cabo.

«Los que salimos a las calles lo hicimos por convicción propia, porque queremos que los políticos trabajen de verdad por el país y por como se comportó la policía desde el inicio de las protestas. El sábado nos organizamos para desactivar las lacrimógenas, porque los días antes la policía las había lanzado en medio de la multitud, sin importarles nada».

Para desactivar las lacrimógenas tuvieron gran importancia los mensajes en las redes de ciudadanos chilenos que en 2019 enfrentaron la represión de los carabineros en sus calles. «Buscamos información en Internet para aprender como apagar las bombas, pero estando allí te das cuenta que no estás del todo preparada para hacerlo, pero ya estás allí, y debes hacerlo».

Esta joven «desactivadora» asegura que durante todo el tiempo que estuvo en la manifestación lo que vio fue a gente comprometida, solidaria, preocupada por ayudar a los que resultaron más afectados. Y la tan impuesta distancia social se quebró. Unos cuidaban de otros. «Si alguien caía, alguien lo levantaba. Si alguien se ahogaba con el humo, alguien le ponía un trapo con vinagre en la cara».

Consciente de las limitaciones del curso online express para desactivar lacrimógenas, ella tuvo temor. «Pero no podía paralizarme y me sentí fuerte por lxs compañerxs, así que pasé de enfocarme en el miedo, para enfocarme en ser útil y entré en modo automático: apagar bombas, no apartarme de mis compañerxs y no exponerme mucho para no exponerlxs a ellxs».

Ese 14N, ella afirma que estuvo con su grupo en varias puntos del centro de Lima y que vio desfilar a muchxs heridxs evacuados en camillas. Primero ─dice─ estuvieron en una de las esquinas del Parque Universitario y,de pronto, observaron una gran columna de humo al otro lado de la calle, así que, creyendo que en ese punto no había desactivadores, cruzaron para ayudar ─asegura─.

«Cruzar fue muy peligroso porque ese era el lado en el que estaban los policías disparando, tuvimos que cruzar agachándonos, pasamos miedo; luego se nos acabo el agua y tuvimos que volver de la misma manera porque la policía no dejaba de disparar». En esa esquina resultó mal herido, por disparo de perdigones, Yoel Maylle, estudiante universitario.

La joven asegura que por momentos las máscaras antigás no cumplían su función debido a la gran cantidad de bombas que ─asegura─ les lanzaba la policía. «Tiraban demasiadas lacrimógenas, así que parábamos para respirar y luego volvíamos. Después los policías comenzaron a encerrarnos y nos asustamos. Nos desplazamos unas calles y comenzamos a hacer contención allí».

Según asegura, la policía siguió con su ofensiva, sin considerar la gran cantidad de gente que tenían delante y tuvieron que retroceder. «Luego de 3 horas de desactivar bombas nos dolía la cabeza, la espalda, así que decidimos irnos para no estorbar; en ese momento cuando vi como unxs compañerxs cargaban a un herido y le pedían al conductor de un auto que lo llevase al hospital».

Estando en casa, por Internet, ella se enteró de que las cargas policiales durante la protesta habían dejado como saldo más de 100 heridos, decenas de desaparecidos y la muerte de dos jóvenes. «Uno de los muertos era el herido que vi como subían a un auto particular, y supe su nombre: Inti Sotelo Camargo. En ese momento entendí que volver a casa fue sólo cuestión de suerte»

Esperanza

«Después de esto sólo pido que la gente no se duerma, que siga en la calle. El nuevo presidente no era lo único que pedíamos, queremos cambios reales. La toma del poder por parte de Merino fue la gota que colmo el vaso. Estamos hartxs de que el país esté como está. Además debe haber una reforma policial. Espero que sigamos luchando porque aún hay mucho que cambiar y mejorar».

Todxs lxs que tenemos la esperanza de que un día el Perú tenga una clase política preocupada por el bienestar de sus electores, sabemos bien que el neoliberalismo y corrupción abrazadxs desde los funestos mandatos de Alberto Fujimori, han reducido el Estado haciéndole creer al peruano promedio ─sin pruebas a la vista─ que la privatización de servicios es el camino hacia el triunfo.

Sin embargo, la unión de los peruanos frente al Estado opresor, representado en las calles por la violencia policial, tiene que servir para que el pueblo reconozca la fuerza y el poder que tiene cuando se une tras un objetivo. Y, aunque, diversos medios, políticos y figuras públicas les llamen terroristas y mercenarios a los que protestan, es necesario que sigan proactivxs, alertas y listxs para seguir en la lucha.

Y como le dijo una enfermera a otra de las jóvenes que estuvo en primera línea el 14N: Gracias a todxs lxs que durante la semana de protestas, posteriores a la toma de poder de Merino, pusieron la cara y el pecho en defensa de la patria. Gracias por todo el humo que inhalaron para que otrxs pudiesen respirar. Gracias por las camisetas, el agua, el bicarbonato y el vinagre que llevaron desde sus casas.

Gracias por resistir y demostrar la sangre que corre por nuestras venas. ¿Chauvinista? ─No, sólo peruana en el exterior agradecida y emocionada por la raza de jóvenes valientes que tenemos, que nos han demostrado que no crecen genuflexos, ni conformes con la realidad de un país donde, a pesar del crecimiento económico las brechas no han desaparecido, al contrario, se han agudizado.

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