Quienes trabajan en el servicio doméstico, en Perú, son tratados en sistema de cuasi esclavitud, sobre todo, lxs que trabajan «cama adentro», sus jornadas son siempre de más de 8 horas y la mayoría no cuenta con contrato, ergo tampoco tienen seguro médico ni derecho a vacaciones o pensión. Esta es la historia de una de esas mujeres y es la de cualquiera de ellas y ellos
Texto y vídeo entrevista: Leonor Pérez-Durand
María Susana Espinoza Ordoño tiene 80 años de edad y hasta finales de julio se desempeño como trabajadora del hogar en San Isidro, uno de los distritos más caros de Lima, ella trabajaba «cama adentro», para «la señora Helen», como ella la llama. El 15 de julio pasado, Maria Susana le dijo a Helen que se sentía mal, que necesitaba que la viese un médico. Helen, también adulta mayor -82 años- no le brindó atención, «vete a descansar a tu cuarto y luego te vas a tu casa», le dijo.
Maria Susana se comunicó con el Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar (SINTTRAHOL) y ellxs con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). «El mismo jueves 15 de julio, hablé con la doctora Huaraca, no recuerdo su nombre, me dijo que se comunicarían con el Ministerio de Trabajo (MINTRA) para dar atención a la compañera», declaró la Secretaria General de SINTTRAHOL, Carmen Almeida, a teleoLeo.com.
«También hablé con la doctora Cecilia Tello, directora de Protección y Promoción de Derechos Fundamentales de los Trabajadores, me dijo que no le habían dicho nada del MIMP, me pidió los datos de Maria Susana y dijo que la auxiliarían; pero nada. Recién el lunes 19, luego denunciar en redes la falta de atención del MIMP y del MINTRA al abuso del cual era víctima Maria Susana, me llamaron del MIMP para decirme que me llamarían de la oficina del adulto mayor», agrega Almeida.
El mismo lunes 19 Carmen y otras compañeras acompañaron a Maria Susana al médico pues ni la empleadora, ni los entes competentes hicieron nada por ella. Contextualizando: recién después de 4 días de sentirse mal, la trabajadora de 80 años de edad fue atendida. Esta falta de cuidados ocurre en medio de una pandemia y de unos contagios que en Perú, siguen en un ratio elevado. Maria Jesus ha sido controlada, pero le han recomendado ver a un psiquiatra.
Confinamiento y salud mental
Desde el inicio del confinamiento, en marzo de 2020 a julio de 2021, Maria Jesus sólo ha tenido dos salidas de 15 días, por los domingos trabajados; sin embargo no ha tenido vacaciones y esto ha afectado su salud mental. Las labores de una trabajadora del hogar no son pocas y obviamente son demasiado para una persona de la tercera edad. A esto hay que sumar que ella trabajaba para «la señora Helen» desde hace hace 7 años sin contrato, sin seguro social y sin derecho a pensión.
«La nueva ley obliga al empleador a registrar en el Ministerio de Trabajo los contratos de trabajadoras y trabajadores del hogar, sin embargo, según cifras del mismo ministerio, a junio de 2021, de 500.000 personas que desempeñan estas labores en todo el Perú, sólo se han registrado 129 contratos. Nuestras compañeras, además, con la pandemia están sometidas a mucho estrés, encerradas por meses en casa de sus empleadores para no perder el trabajo».
Carmen Almeida, secretaria general de SINTTRAHOL
TeleoLeo.com entrevistó a Carmen Almeida, secretaria general del Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Lima (SINTTRAHOL), ella nos explicó el caso de Maria Susana, pero además, también abordamos la situación de sus compañerxs, de cómo les ha afectado la pandemia y de cómo teniendo una ley, la 31407 -aprobada en 2020- que lxs equipara en derechos a lxs demás trabajadores, no ven los beneficios porque el Ministerio de Trabajo no fiscaliza su aplicación.
Hecha la ley, hecha la trampa
En 2020 se aprobó la Ley 31047, la Ley de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar, que según dice en su primer artículo tiene como objeto «regular la relación laboral de las personas que realizan trabajo doméstico […]» Y su finalidad, es «prevenir y eliminar toda forma de discriminación en las condiciones de trabajo y empleo de quienes realizan trabajo doméstico, garantizar sus derechos fundamentales, así como reconocer su significativa contribución al desarrollo social y económico del país».
El reglamento de esta ley fue publicado en abril de este año, sin embargo, según afirma Carmen Almeida, si no se difunde ni promociona de poco les sirve. Esta ley, además de equiparar el trabajo doméstico con cualquier otro trabajo, también intenta proteger, sobre todo, a las trabajadoras del hogar de cualquier tipo de acoso o abuso sexual por parte de sus empleadores. Pero es necesario su difusión y fiscalización, porque si no, se cumple aquello de «hecha la ley, hecha la trampa».
No hay ningún informe reciente sobre la situación de lxs trabajadorxs del hogar, aseguró Almeida en la entrevista y por eso también manifestó que desde SINTTRAHOL han elaborado una encuesta, que esperan que el mayor número de trabajadorxs puedan contestar, para conocer los problemas que afrontan en tiempos tan singulares. SINTTRAHOL en su página dice: «La recopilación de datos nos permitirá elaborar estadísticas sobre nuestra realidad en el contexto de la pandemia».
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Mi situación laboral
Teléfonos de SINTTRAHOL: 989 796 481 – 916 099 469
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Madre, trabajo: empleada del hogar a mucha honra
Carmen Almeida también manifestó su preocupación por el trato que reciben las trabajadoras del hogar por parte de sus propias familias. Maria Susana hijos y según Carmen, ella no quería que les llame ni les diga su estado y que les recuerde que ya no tiene edad para seguir realizando un trabajo tan pesado. «Pero yo no puedo hacer eso, yo tengo que hablar son las familias de mis compañeras, sobre todo, si como en este caso se trata de una adulta mayor».
Según Almeida muchas de estas madres se rehúsan a «molestar» a sus hijos, porque muchas y muchos se sienten avergonzados del trabajo que ellas realizan. «Lamentablemente hay hijos a los que les da vergüenza que su madre haga este trabajo y eso está mal, porque con este trabajo los hemos hecho profesionales y han salido adelante. Siendo empleadas del hogar hacemos un trabajo digno y eso nos ha permitido cuidarlos, no puede ser que al hacernos mayores no nos cuiden».