#25N: Vivas, libres y felices nos queremos

Texto: Leonor Pérez-Durand

Un dato que confirma lo que ya todas sabemos, la dependencia económica es «amiga» de la violencia de género. Según el Observatorio Nacional de Violencia contra las Mujeres y el Grupo Familiar, analizando las denuncias presentadas ante la policía peruana de 2009 a 2018, les mujeres que sufren más episodios de violencia tienen como ocupación: «Su casa»

«Tengo 36 años y no puedo dormir con las luz apagada». «Mi padre me decía que me violaba porque mi madre se iba con otros». «La pareja de mi madre era un hombre de iglesia y mi familia lo quería mucho, por eso nunca dije que me tocaba a mí y a mi prima». «Me dijo no te vas de aquí hasta que yo no te dejé. Y como me fui me quitó a mi hija». «Eres una puta, te voy a matar».

Todas estas frases pertenecen a mujeres que gentilmente me han confiado sus historias desde que decidí visibilizar sus casos para ayudarlas a encontrar justicia y para informar de sus derechos a las más vulnerables.

Múltiples son las violencias que se comenten contra las mujeres, por eso la necesidad de crear un día no para visibilizarla, porque lamentablemente está muy presente cada día, sino para recordarnos que esta es una pandemia que vivimos desde siempre y que aún no hemos sido capaces de encontrar la vacuna que la extermine. a pesar de que las mujeres somos la mitad de la población mundial.

Según el programa Aurora del MIMP, de enero a octubre de 2021 los Centro de Emergencia Mujer (CEM) han atendido 136.782 personas entre mujeres y hombres que han sido víctimas de algún caso de violencia considerado dentro de la Ley 303634, Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar.

De todas las personas atendidas, el 85,8%, 117,414, fueron mujeres y el 14,2%, 19.368, hombres. El mes de septiembre con 14.810 atenciones ha sido el más violento. Si nos centramos en este mes para graficar lo ocurrido en el país durante este año colegimos que el mayor número de casos son de violencia psicológica, 6769; le siguen los de violencia física, 5,829; violencia sexual 2.165; y 47 atenciones por violencia económica.

Según los 426 CEM que funcionan en el país, la mayor violencia que se comete es la psicológica, 46.7%; seguida de la física, 39,4%; en tercer lugar estaría la sexual, 13,5%; y por último la económica, 0,4%. A esta información es necesario añadir que no todas las personas violentadas acceden a servicios donde pedir ayuda, gracias a la centralización que nos acogota, nuestro país nos sigue siendo «ancho y ajeno».

Violencias varias

Entre las violencias cometidas en contra de las mujeres tenemos el feminicidio, la punta del iceberg según Amnistía Internacional y es que el asesinato de una mujer por su condición o identificación de género es una situación terrible por irremediable. Según el programa AURORA, hasta octubre de este año se habrían cometido 104 feminicidios. Según la Defensoría del Pueblo 132, hasta el mes de noviembre.

Asesinar a una mujer es una de las formas más brutales de castigar la desobediencia al mandato patriarcal de sumisión y sometimiento a los códigos que nos encorsetan dentro de roles de pureza y perfección. Rechazar vivir en tonos pastel, no ser propiedad, hablar y reír en voz alta y con todo el cuerpo, dar nuestra opinión, reclamar una vida plena; es, para muchos, motivo suficiente para acabar con nuestra existencia.

La violencia vicaria es otra de las violencias más brutales que se puede cometer contra una mujer, porque es la que nos escarmienta a través de nuestros seres más queridos y cuando somos madres esta, obviamente, se ejerce a través de nuestros hijos, así tenemos a progenitores, que jamás han ejercido de padres, secuestrando hijos e incluso asesinándolos para enviar un mensaje correctivo a la mujer que ha decidido dejarlos.

La violencia sexual es la que nos despoja de nuestra voluntad para decidir con quién, cuándo y cómo queremos relacionarnos. Es otra de las formas de inscribir el poder patriarcal en nuestros cuerpos, en los cuerpos más vulnerables, los de las mujeres y los de las infancias, porque no nos violan y abusan por deseo sexual, no; lo hacen para reivindicarse frente a su «manada» y para corregir nuestras «desobediencias».

Las niñas y adolescentes de 12 a 17 años de edad, son las más violentadas sexualmente, con 8,552 atenciones; les siguen las de 6 a 11 años con 3,539; luego las de 18 a 25 con 2,852; las mujeres de 36 a 45, 738 casos; de 0 a 5 años de edad, 737; de 46 a 59, 410; y en 160 se cuentan las atenciones a mujeres de más de 60 años de edad. De estas cifras podemos colegir, que la pederastia está enquistada en el Perú.

Más allá de los números

Durante 2020, los CEM atendieron 114,495 casos, un 20% menos que lo que se viene registrando este año hasta el mes de noviembre, esto podría explicarse porque estando confinadas y confinados, denunciar, pedir ayuda se complicaba. Y esto se confirma con las cifras de 2019 donde atendieron 181,885 casos, lo que sí que se mantiene cuasi inamovible es la proporción entre mujeres y hombres atendidos: 85% ellas y 15% ellos.

No son cosas que pasan

La violencia de género, la violencia que se comete contra mujeres y niñas no puede seguir siendo considerada «cosas que pasan», no puede seguir siendo considerada delito íntimo, ni privado, tampoco la cruz o secreto que debamos cargar. La violencia de género, la violencia que se comete contra mujeres y niñas, los delitos que se cometen contra nosotras, son delitos contra los derechos humanos y como tal deben ser tratados.

Todas tenemos el derecho de vivir, de disfrutar, de reír, de gozar de los placeres de la vida sin mirar atrás cuando vamos por una calle oscura, sin tener que cuidarnos del taxi al que subimos, sin tener que esperar que en el próximo bus no se nos enganche alguien al trasero. Tenemos derecho a desarrollarnos en equidad de condiciones, tanto sociales como económicas. Tenemos derecho a vivir felices, realizadas y sin miedo.

Amor, comprensión, compasión, tolerancia, respeto, alegría, pasión, armonía, equidad; las mujeres somos todo esto y más. No tenemos dueño ni señor, somos producto de muchas historias. Somos todas las mujeres que nos precedieron. Somos música y arte. Somos hermosas y perfectas. Somos poderosas porque existimos y resistimos; seamos todo esto y más siempre. Y que el patriarcado se entere: lo estamos tumbando.

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