Denuncias y testimonios de violencia de género, violencia machista y violencia estructural
Gerardo Berdejo, el director de teatro Guillermo Castrillón o Renato Pazos Niño de Guzmán, son ejemplos claros de como a la justicia peruana no le importa si son varias mujeres las que denuncian a un mismo agresor, pues igualmente los libera de polvo y paja. Incluso si el agresor es detenido en flagrancia como en el caso, del mal llamado, \"Monstruo de Chontalí\". Cuando una mujer denuncia la única garantía es que la juzgada y revictimizada, será ella
Publicado: 2024-12-01 21:05:46
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Texto y vídeo: Leonor Pérez-Durand
Cuando el machismo entra por la puerta, la justicia sale por la ventana. Como ejemplo de denuncia múltiple archivada tenemos el caso del director de teatro Guillermo Castrillón, quien en 2017 fue denunciado por una alumna por agresión sexual y luego se sumaron 17 alumnas, ex alumnas y colaboradoras, que explicaron sus historias de acoso y violencia sexual a manos del director, sin embargo, sin importar el relato recurrente, en 2020, el fiscal Marco Baca, decidió archivar el caso por considerar que no había pruebas suficientes.
En el caso de Gerardo Berdejo, solo cuatro mujeres lo denunciaron formalmente, aunque, fueron 16 lo señalaron como su agresor. Al comparar estas denuncias con las del caso Castrillón, podemos concluir que si el relato de 17 mujeres no tiene valor para la justicia, obviamente, el de cuatro mujeres lo tiene menos.
El archivo de casos como el de Castrillón o la anulación de una condena por el contacto posterior, a través de chat, entre la denunciante y el supuesto agresor, como en el caso de la condena inicial de Berdejo, no implica inocencia 'per se'. Solo revela que las y los jueces están influenciados por sesgos machistas y prejuicios.
«De acuerdo a la última supervisión que realizó la Defensoría del Pueblo, en 2020, a 108 despachos fiscales especializados en violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar del Ministerio Público (MP), los casos que se archivan con más frecuencia son por agresiones contras las mujeres e integrantes del grupo familiar (72%), daño psíquico y afectación psicológica cognitiva conductual (25%), y lesiones leves con la agravante de violencia contra las mujeres (17%)».
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La falta de justicia en los casos de violencia sexual se debe a que se trata de un delito cometido en la intimidad y que sin testigos es más difícil probar que han sucedido, sin embargo, cuando hay imágenes, cuando hay vídeos del hecho el relato de las mujeres también es puesto en tela de juicio.
En enero de 2021, teleoLeo.com publicó la denuncia contra Renato Pazos Niño de Guzmán, por violación sexual en estado de inconsciencia. Tras descubrir unos vídeos en su ordenador su expareja lo denunció porque la habría grabado mientras la violaba, estando ella totalmente dopada, La denunciante, además, presentó vídeos de aproximadamente una docena de mujeres que habían sufrido abusos similares.
No contentos con tener registro de los hechos, la fiscalía a cargo de la investigación ejerció violencia institucional sobre ella, obligándola a reconstruir los hechos, haciéndola posar desnuda y tal y como aparecía en los vídeos, para verificar si el cuerpo inerte de las grabaciones era el suyo, mientras, el acusado no asistía a las pericias y no cumplía con la orden de prisión preventiva dictada en su contra.
Las mujeres nunca son creídas y no importa las pruebas que aporten ni siquiera si se trata de vídeos en los que se observa como son agredidas y esto pasa en todo el mundo, pasó con la denunciante de La Manada de los Sanfermínes en España, cuando uno de los jueces del caso vio jolgorio y disfrute entre adultos, en las imágenes grabadas y compartidas por los violadores.
Otra de las denuncias múltiples de abuso que en estos momentos se está viendo en Perú, es la presentada contra Juan Carlos Cautter Boggiano, un asesor para la búsqueda de empleo, según las 65 mujeres que presentaron testimonio, todas profesionales de diferentes rubros, ellas lo contrataban y él las citaba en su departamento para brindarles la asesoría y era en esas citas donde él, supuestamente, las habría agredido.
Hace unas semanas, una de las mujeres que lo ha denunciado publicó un vídeo donde manifestaba que habían perdido la esperanza en encontrar justicia porque la investigación estuvo a punto de ser archivada, pero que gracias a una nueva fiscal las investigaciones continúan. En la cuenta @testimonios_de_acoso de Instagram, creada para los testimonios de las mujeres que denuncian a Cautter se puede leer: «Ya somos más de 60 víctimas de violencia sexual y estafa por parte de Juan Carlos Cautter Boggiano».
Otro ejemplo contundente de que el archivo de una denuncia o la anulación de una condena no se correlaciona con la inocencia de un individuo es el caso del "Monstruo de Chontalí", José Zoriano Arias, quien fue acusado de intento de feminicidio, intento de violación y de tortura a su hija, una niña de 13 años de edad..
A pesar de haber sido detenido en flagrancia, intentando quemar a su hija, y de contar con varias denuncias por agresión sexual dentro de su comunidad Walter Mundaca, el fiscal a cargo del caso, no solicitó la ampliación de su prisión preventiva, porque para él no se trataba de un delito de género, sino de un intento de parricidio. Esta consideración de Mundaca se produjo a pesar de que la niña, previamente, había denunciado a su padre por intentar violarla y tuvo como consecuencia la liberación del sujeto.
Una vez más, la falta de diligencia de la justicia permitió que Zoriano Arias pululase libre por Chontalí, obligando a su familia a mudarse por el temor de la niña a la venganza de su progenitor y, además, lo absolvió del delito de intento de violación, ahora sólo está pendiente el de intento de parricidio; así lo reveló Mundaca, en agosto de este año, ante la Junta Nacional de Justicia, en el procedimiento disciplinario que se le entabló por liberar a Zoriano Arias.
El tratamiento de estos graves casos por la justicia peruana, pone de manifiesto una vez más la revictimización y la violencia institucional que sufren las denunciantes, pues tras explicar sus historias, tras pasar por las pruebas y pericias pertinentes, incluso, teniendo pruebas contundentes y habiendo sido detenidos sus agresores en flagrancia, ellas tienen que pasar por la angustia y desazón de no saber si sus casos serán atendidos.
Cacarear denuncias falsas, es sólo eso, un cacareo, un grito a la nada, un gran círculo vacío intersectado por la ignorancia y la estupidez. En los vídeos elaborados por Berdejo, este se ha dedicado a explicar, según él, cómo se "construye una denuncia falsa", afirma que muchas mujeres abusan del supuesto interés institucional en acabar con la violencia contra la mujer y acaban denunciando a los pobres hombres que se les cruzan.
En sus vídeo, Berdejo ha llegado a criticar que desde el feminismo peruano se haya defendido la tipificación del delito de feminicidio en el caso de la mujer arrastrada por el auto de su pareja, sobra decir que cuando la violencia es ejercida contra una mujer por su condición de mujer, el crimen es feminicidio,y según la familia de la víctima a la que él estaría haciendo referencia, pues es el único crimen de esas características que se ha cometido en Perú, ella ya había sido agredida anteriormente por su asesino, quien dicho sea de paso se encuentra libre en plaza en Suiza.
«Te estás mereciendo una cachetada, ya sabes como soy yo», le dijo Antoine Bersier Schwarz a su pareja Zaida Michilot Correa, delante de unos amigos con los que celebraban en un hotel de Paracas el cumpleaños de ella. Alrededor de la medianoche, cuando los amigos se retiraron del hotel, Antoine y Zaida, seguían discutiendo, porque él se había gastado el dinero que sus padres habían enviado para la manutención de la hija de ambos. Una hora más tarde, según las cámaras ubicadas en el exterior del hotel, Antoine arrastró a Zaida con su auto y esta perdía la vida.
En Perú ni el MININTER cuenta la recurrencia de las tan mentadas "denuncias falsas", pero, por ejemplo, en España, según cifras de la Fiscalía General de Estado, sólo el 0,01% de las denuncias por violencia de género presentadas por mujeres son falsas y no hay ningún hombre condenado por una denuncia de este tipo. En contrapartida, según el Ministerio de Igualdad, las mujeres sólo denuncian el 22% de las agresiones sexuales sufridas.
Según Unicef Perú, carecer de un sistema unificado para contar la violencia contra mujeres y menores de edad, dificulta tener la real dimensión de esta lacra y por eso hablan de un subregistro, pero aún así, aseguran: «[...] se evidencia la gravedad del asunto».
Los datos de Unicef Perú, también dicen que 7 de cada 10 agresiones sexuales contra mujeres, niñas, niños y adolescentes, son cometidas por hombres conocidos por la víctima y que «entre 2017 y 2022 hubo 74,413 casos reportados de violencia sexual contra niñas, niño y adolescentes, lo que deja un promedio de 34 casos al día. De estos, 92% corresponde a niñas y adolescentes mujeres, y 8% a niños y adolescentes hombres».
Por su parte ONU Mujeres, en su informe, "Estimaciones de prevalencia de la violencia contra la mujer", asegura que las denuncias de violencia sexual están infrareprensentadas, por el estigma que significa para una mujer el revelar que ha sido tocada sin su consentimiento o violada, pues debido al machismo imperante, en lugar de cuestionar al agresor, la cuestionada es ella, así que, podemos afirmar que denunciar termina siendo un camino que las mujeres recorren arrodilladas sobre piedras.
«Se calcula que, en todo el mundo, 736 millones de mujeres –casi una de cada tres– han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, además, el 6 por ciento de ellas declaran haber sido víctimas de violencia sexual por parte de otras personas. Sin embargo, es probable que la incidencia real de la violencia sexual fuera de la pareja sea mucho mayor, teniendo en cuenta el estigma asociado a esta forma de violencia».
Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres
Así que a otro perro con el hueso de las denuncias falsas, las mujeres no somos seres de luz y alguna habrá que mienta, pero son tan pocas que las instituciones estatales ni siquiera las cuenta.
Los abusos y agresiones sexuales sólo disminuirán cuando se trabaje para acabar con la cultura de la violencia y de la violación, y esto sólo se logrará a través de la ESI (Educación Sexual Integral) desde temprana edad. También debemos exigir que los operadores policiales, de justicia y las instituciones estatales y privadas, pongan la perspectiva o enfoque de género y de DD. HH. por delante en todas sus acciones.
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