«Somos la generación, que en menos de una semana, logró que el tirano se fuera»

Escrito por: Leonor Pérez-Durand

Las y los que en su mayoría salieron a marchar en contra del gobierno de facto, que se hizo con el poder por unos días, son las y los llamados «generación del Bicentenario». Con su valentía devolvieron el Perú a la normalidad política, ahora esperan que el gobierno esté a la altura de lo que dieron: las vidas de Inti Sotelo y de Jack Bryan Pintado

«Los heridos comenzaron a pasar a nuestro lado, la gente los cargaba por encima de nuestras cabezas, no había otra manera de sacarlos de allí. Estábamos todos apiñados, éramos muchos, pero a la policía no le importó, lanzaron y lanzaron bombas lacrimógenas. La última a 3 o 5 metros de donde estaba, me picaba muchísimo la cara, di la vuelta para salir de allí y no sé cómo lo hice, sólo vi las luces de los postes y escuché la sirena de la ambulancia».

Allí, es el centro de Lima. Cuándo, es el 14 de noviembre (14N). Quién, es Ella, que a sus 21 años de edad se inauguró como manifestante el día que salió a protestar por la toma del gobierno por parte de Manuel Merino De Lama, expresidente del Congreso del Perú, quien se hizo con la presidencia de la república luego que junto a 105 de los 130 parlamentarios vacasen al presidente Martín Vizcarra por incapacidad moral. Sesenta y ocho de estos congresistas están siendo investigados por la fiscalía y tiene procesos abiertos en el Poder Judicial .

«Yo como muchos otros de mi edad e incluso más jóvenes, decidimos ir a la marcha, ser parte de esto. Fui con una amiga, en ningún momento pensé que algo podría salir mal». Intentaron llegar caminando hasta la Plaza San Martín, una de las plazas emblemáticas del centro la ciudad y según dice Ella, el ambiente era festivo. Pero, a pocas cuadras de su destino, se dieron cuenta de que la plaza estaba a oscuras. «No había luz, ni señal en el celular, no podías llamar a nadie; no habían redes, no cargaban los vídeos, no cargaban los mensajes».

En la plaza, señala, había miles de personas atrapadas, «escuchamos una bomba detonar y luego vimos decenas de bombas que eran lanzadas, la gente gritaba pero no se movía del lugar. Las bombas caían cada vez más cerca de donde estábamos y la gente de la plaza comenzó a intentar salir y no podíamos movernos porque la policía lo impedía; comenzamos a levantar las manos en señal de paz pero ellos siguieron tirando bombas cada vez más cerca». A partir de ese momento sus recuerdos son borrosos.

«Lo último que recuerdo es que lanzaron una bomba a 3 o 5 metros de donde estábamos, recuerdo que me picaba muchísimo la cara, pero no me rasque porque sabía que sería peor. Me di la vuelta para salir de allí, sólo recuerdo la cara de susto de mi amiga y no sé cómo me subieron a una ambulancia y me dijeron que me acomodé porque habían más heridos. Subieron a alguien más, no recuerdo su cara, ni su nombre, sólo recuerdo que votaba muchísima baba, al parecer había vomitado; el tipo estaba casi inconsciente»,

En poco tiempo ella se recibirá de paramédica, por eso, cuando vio a quien ahora no recuerda, sabía por su aspecto necesitaba ponerlo en PLS, ‘Posición Lateral de Seguridad’, maniobra de primeros auxilios para evitar la muerte por ahogamiento de una persona inconsciente. «Lo abracé y le dije , «vamos ‘cholo’, tu puedes». Luego llegamos al hospital, me pusieron en una silla de ruedas y me colocaron una intravenosa, mi amiga trajo los medicamentos que le pidieron y un doctor ordenó que me pasen a una cama y que me pongan oxígeno».

Durante las horas que estuvo ingresada asegura haber sido interrogada por la policía. «Me preguntaron porque había ido a manifestarme, qué y quién me habían motivado. Fui a ejercer mi derecho, era lo que tenía que hacer y la policía nos respondió con bombas lacrimógenas, ─les dije, y ellos se rieron; y volvieron a preguntarme cómo si mis razones no fuesen suficientes. La enfermera les dijo que no estaba en condiciones de responder y ellos le contestaron que no se metiera porque estaba interfiriendo en un proceso penal».

La Constitución del Perú, en su artículo dos señala como derecho fundamental, el derecho a la protesta pacífica, pero cuando se trata de plazas y vías públicas estas deben aprobadas por la autoridad. Sin embargo, en julio de este año, el Tribunal Constitucional, en histórica sentencia, reconoció el derecho a la protesta, como un derecho fundamental, sin ponerle cortapisas. ¿Así que me pregunto, qué delito cometieron los manifestantes? ¿Por qué la policía le dice a una enfermera que vela por el bienestar de una paciente, que estaba interfiriendo en un proceso penal?

Cuando ella fue ingresada, recuerda que había una pizarra en la sala y allí las enfermeras apuntaron su cama como la número 1, luego se quedó dormida y al despertar ya habían 23 anotadas. «Tuve muy pocos momentos de conciencia y lo poco que vi fue como pasaban los heridos y como, hasta en tres oportunidades, sacaban cuerpos tapados con una sabana . Al día siguiente cuando desperté me dijeron que 2 chicos habían muerto y pensé que eran los cuerpos que había visto, pero no, no eran ellos, porque ellos habían estado en otros hospitales».

TeleoLeo.com comparte en el siguiente vídeo. el testimonio completo de esta joven que además de explicar su experiencia, agradece el trato de las enfermeras. «Nos trataron con mucho cariño, como si fuésemos sus hijos. Cuando me dieron el alta, una de ellas me dijo algo que nunca olvidaré, me dijo que había sido muy fuerte, que me iba a recuperar y me dijo «gracias por tu entrega, gracias por lo que hiciste»; muchas de las enfermeras hacían eso con todos nosotros. Hay cosas de ese día que me gustaría recordar pero aún me cuesta»

─¿Volverías a manifestarte?

«Claro que sí, pero estaba vez iría más preparada para poder ayudar a más gente, si tengo que arriesgar la vida por mi país lo voy a hacer una y mil veces. Pero ya no contra el gobierno de Sagasti, creo; sino contra el Tribunal Constitucional, contra los congresista denunciados y para que las investigaciones por las muertes y heridos no paren, también volveré a las calles para luchar por una nueva Constitución».

Preparación

La mayoría de participantes en las manifestaciones han sido mujeres entre 20 y 30 años de edad y varias integraron «las brigadas» para repeler las bombas lacrimógenas y para atender a los heridos. «Los hermanos chilenos no ayudaron a través de las redes, aconsejándonos como apagar las bombas; debíamos cogerlas con guantes o trapos en cuanto las tiraban y meterlas en bidones de agua con bicarbonato y taparlos, en 3 minutos eran neutralizadas».

«También nos dijeron que teníamos que chupar limón para evitar el picor de la garganta».

Ella dice que también les dijeron que llevasen varias camisetas para mojarlas en vinagre para contrarrestar el efecto de los gases y que no se rascasen cara ni ojos. «Nos aconsejaron tener atomizadores de agua con vinagre para rociárnosla en la cara». En las brigadas también participaron hombres y todas y todos, además de apagar bombas también dieron primeros auxilios a los heridos. «Algunos también intentaron hablar con la policía para que parasen, pero no entendían nada».

─¿Qué esperas de todo este movimiento?

«Espero paz, conciencia social sobre todo a la hora de votar, un país donde se pueda hablar de política sin hablar de corrupción. Espero un país donde los gobernantes sepan que ya no les tenemos miedo, porque estamos dispuestos a defender nuestro país, porque somos la generación que en menos de una semana logró que el tirano se fuera y seguiremos protestando cuando sea necesario porque queremos un país mejor, ya no nos paran».

Ha pasado una semana y la policía peruana aún no logra individualizar los responsables de los crímenes cometidos, reformar la policía es un clamor de las y los participantes en las manifestaciones, pero también de quienes hemos visto como una policía armada hasta los dientes repelió a manifestantes pacíficos. Y, aunque la brutalidad policial no es exclusiva de la policía peruana, las vidas que se perdieron el 14 N en Lima son el síntoma más terrible de que las cosas no pueden continuar tal y como están.






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